Santos Cesario Benavente Veliz
SERIE: Historia Menuda
Resumen
Al referirnos a las actividades de carnavales en Arequipa, en el marco de la historial cultural regional, identificamos elementos sociales con particularidades de comportamiento en los sectores sociales urbanos o rurales, calificados como acciones de locura, desenfreno, de ruptura de formatos oficiales y de integración a pesar que fuera calificado al carnaval como una actividad pagana.
Palabras clave: carnaval, comportamiento colectivo, factores socioculturales y ritualidad
Introducción
En la sociedades prehispánicas los rituales y ceremonias dirigidas a la naturaleza durante el año la realizaron con el pago a la pachamama en numerosas comunidades del sur andino, con el inicio de las primeras lluvias en ciertas regiones las siembras fueron motivo de fiestas y especiales rituales hasta el mes de noviembre que culminan con el festejo a huacas y momias, como unión con los muertos, símbolo de contacto con los familiares de los recintos sepulcrales, en la mentalidad andina so elementos mediadores con los dioses, piden año de buenas cosechas, prosperidad y protección de todo mal. Al parecer con tales ceremoniales terminan las fiestas de siembra, luego con el ganado y animales de caza, “el chaco” para el sur, pero con las lluvias y periodo de descanso. Mientras cultivan los productos agrícolas sembrados, inician las nuevas fiestas con las cosechas, es decir, las primeras cosechas que en el mundo andino se le conoce como misca .
Nuevo periodo de festejos en febrero, de forma tal, que con la dominación europea, estas se asociaron y relacionaron con el calendario cristiano. Se empezó a celebrar las fiestas de carnavales. Por ello preguntamos ¿cuáles fueron los factores socioculturales que caracterizaron al carnaval arequipeño a finales del siglo XIX? y ¿por qué ciertos sectores sociales lo calificaron como fiesta de locura, desenfreno y actividad pagana?
Para ello, la utilización de fuentes como los periódicos El Deber y La Bolsa, nos presentan comentarios, refranes, coplas, versos y poemas alusivos al carnaval, seleccionados cuidadosamente para la investigación. Los documentos publicados por Juan Carpio Muñoz “Arequipa: música y pueblo” lo considera al carnaval como género musical, es una pampeña, con el ritmo mucho más marcado y acentuado. Es más rítmico que melodioso, pues en realidad se trata de un género musical para ser bailado como una danza pampeña y de recorrido. El carnaval arequipeño se lo interpreta como música “de guerra” en el juego del carnaval y, por tanto, indistintamente se lo ejecuta con el acompañamiento de las bandas de ccaperos o de las estudiantinas”, sin embargo, Gustavo Rodríguez Amado se refiere sobre los carnavales de origen veneciano entre los siglos XVI y XVII, son el resultado de las celebraciones a los guerreros que conquistaron nuevas tierras y llegaron cargados de trofeos, tesoros, alimentos y esclavos, llegaron al Perú con los europeos. Arturo Villegas agrega, son días consagrados a Dios Momo por el juego en la ciudad con agua colorada y con cascarones.
Pero las apreciaciones, sobre el carnaval arequipeño desarrollado con entusiasmo en pandillas y sin diferencia es general y valioso, nos da el punto de partida, desciframos pues, las sempertinas, polvos, aguas perfumadas, cascarones, picapica, bebidas, potajes, son los ingredientes que hacen unir a las comparsas y familias urbanas y rurales. Los versos, poemas, sátiras, décimas y cuanta variedad literario hay fueron los móviles de creatividad y de expresión cultural carnavalesca popular y aristocrática.
Por ello en el mundo andino, el carnaval, llego con los europeos, con aire satírico y placentero, se impuso en las diversas regiones culturales del Perú, el sincretismo de los símbolos festivos son una de las manifestaciones, es decir, los rituales festivos por inicio de la primeras cosechas en ciertas regiones, como agradecimiento a la pacha mama se fusionaron, pasaron a formar cánticos, décimas, coreografía y rituales de carnaval; acompañadas de especiales potajes bebidas, licores e instrumentos musicales fueron los ingredientes que dieron armonía, colorido, alegría y pasión al carnaval, hasta finales del siglo XIX.
Caras y mascaras
La cara, en términos biológicos es la zona anterior e interior de la cabeza cuyo esqueleto está formado por catorce huesos y músculos superficiales y profundos cuya contracción da la expresión mínima del rostro. En tanto el rostro es referido al estado físico o anímico que aparenta un individuo, por ello se simulan estados de ánimos cuando las caras presentan rostros de alegría, sorpresa, melancolía, o simplemente tristeza o ira.
En términos culturales, cara se refiere al anverso de una moneda por ello en los juegos se lanzas para sortear posibilidades al lanzarlas al aire, o al grupo étnico extinguido después de la dominación europea de habla quechua.
Las caras de carnaval de rostros de niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres manifiestan expresiones tan variadas y diversas que al expresar formas comunicativas en un estado de dominación y presión política es censuradora y destructora de ciertos elementos culturales originarios, pasan a usar las mascaras a fin de ridiculizar o simplemente expresar aquellas ideas y actos reprimidos por quienes detentaron el poder.
En cambio la Máscara, es una cubierta para la cara, utilizada en ceremonias y en el teatro, que disfraza al que la lleva y normalmente le confiere otra identidad. También, es un tipo de retrato y una pantalla que sirve como protección para la cara. La mascara “fue convirtiéndose en símbolo de cara falsa; la máscara es el personaje que se representa en un juego, el escudo para protegerse de un mundo exterior u hostil” . En tal sentido las mascaras se identifican con la noción de falsedad, de metamorfosis y de representación de la realidad.
Las máscaras fueron utilizadas desde el periodo lítico confeccionadas con madera, paja, corteza, hojas de maíz, tela, piel, cráneos, y otros materiales. Las máscaras pueden cubrir la cara, la cabeza entera o la cabeza y los hombros y, en ocasiones, forman parte de un disfraz. Varían mucho en cuanto a su realismo o abstracción, el uso de símbolos y su decoración. Las máscaras son manifestaciones artísticas primarias de muchas culturas, no sólo América sino en Oceanía, África.
Las mascaras rituales utilizadas en actos ceremoniales se transforma o es poseído por el espíritu que habita o que representa la máscara. Se cree que algunas poseen grandes poderes y que son potencialmente peligrosas si no se tratan según los ritos adecuados. Las máscaras rituales por lo general representan deidades, seres mitológicos, espíritus benignos y malignos de antepasados, muertos, animales y otros seres que se cree que poseen poder sobre el género humano.
En cambio, las máscaras de teatro se la entienden en el contexto de representación de forma de vida de persona festiva, las usaban los actores, eran de gran tamaño, con rasgos convencionales y expresiones exageradas. La enorme boca de la máscara contenía un megáfono de latón que proyectaba la voz del actor al público. Las máscaras podían ser trágicas y cómicas, con sus respectivas variantes.
Por otro lado, las máscaras protectoras decoradas con símbolos con carácter combatiente, un uso estrictamente práctico, ya sea para practicar deportes como el hockey, la esgrima o el béisbol, o para proteger el rostro de quienes trabajan con soldadura autógena, rayos X o líquidos corrosivos, entre otros.
En resumen, para el contexto cultural andino las máscaras, trozos de cartón, tela u otros materiales, encubridoras de la cara para evitar ser reconocido, en pleno festín, justificar cualquier acto censurado por el público.
Entonces, desde su origen la mascara es la transfiguración de la sociedad en fuerza mítico religiosas, acompañadas de rituales individuales y colectivos; la transformación de las acciones colectivas las hicieron terminar con representaciones de personajes con vestimentas estrafalarias a modo de disfraces.
Para referirse a la cultura carnavalesca arequipeña, la mascara tiene relación con las conceptualizaciones mencionadas. Por ello, “Las mascaras han hecho el papel principal en los salones, (...) se ha bailado, pues, con entusiasmo y sin descanso, pasándose las noches en ruidoso torbellino (...)” al cubrirse la cara en carnavales, es lo mismo que echar un velo sobre la vergüenza; y porque todavía no se ha descubierto que un pedazo de tafetán, de cartón o de cera se tome el trabajo de avergonzarse por nada.
Para la mentalidad varonil arequipeña, una mujer que oculte “su semblante detrás del velo de la mantilla, inspira respeto: puede ser por comodidad, lo cual es indiferente; puede ser por pudor, lo cual es respetable, y puede ser por tristeza, lo cual es más respetable todavía” es decir, el velo para las mujeres urbanas de Arequipa tuvo símbolo de estratificación social, pues las noblezas no mostraron el rostro, se cubrieron con velo como símbolo de dignidad. Por ello el uso del velo en la vida cotidiana de las mujeres de cierto estrato social, lo compararon el uso de máscaras en carnaval.
Desde la visión varonil “una cara tapada en carnaval representa todo lo contrario; no es comodidad, no es pudor, no es tristeza. Un velo y una careta son dos cosas que tienen un solo uso: ambos sirven para tapar la cara. Guiados por estos dos distintivos podríamos pensar que una máscara y una monja vienen a ser una misma cosa. En efecto: ambos ocultan el rostro debajo de un pedazo de tela; solamente una lo hace por austeridad y la otra por placer. La una se oculta, la otra se enseña. La primera lo hace porque se avergüenza, la segunda por no avergonzarse. El corazón de la mujer se desfigura, debajo del disfraz, como su rostro debajo de la careta” .
Las mentalidades arequipeñas de finales del siglo XIX, sobre el carnaval y la utilización de las máscaras, expresan opiniones escritas y orales, “desde el momento en que una mujer resuelve echar sobre su pudor el velo de una careta, empiezan a temblar los padres o el marido o el hermano, o el amante a no ser que tiemblen todos al mismo tiempo” , pues las fiestas de carnavales y el uso de máscaras, al perecer provoca preocupaciones y trastorno en todos aquellos individuos que tienen visión especial sobre la cotidianeidad de tal coyuntura, de forma tal que escritores, poetas, comentaristas y otros plasman líneas diversas de mensajes en los tiempo de carnaval, con discursos variados, melancólicos, alegres y de protesta, expresiones como las que siguen que embellecen la redacción de quienes se inspiraron en el carnaval, máscaras y caretas.
El uso de mascaras en carnaval representaron formas de exteriorización de todas aquellas conducta reprimidas, por la opinión del contexto en el que se desenvuelven las personas y si es mujer, tiene mayor juicio prejuicioso , sobre todo recae con mayor énfasis en familia del cercado de la ciudad, de la misma forma en las señoritas de las áreas rurales, sin embargo, en ciertos espacios como en Characato, Paucarpata, Pocsi, Piacaca, Polobaya y Chiguata fueron las promotoras de las comparsas y pandillas, que entraron y salieron de casa en casa dando alegría a grandes y chicos. Recibiendo y repartiendo bebidas, potajes, cánticos, sátiras, refranes y sobre todo la belleza de contorneantes quiebres de cintura al bailar el carnaval.
Los danzantes de carnaval presentaron sus rostros con especial vestido, diferente al de uso diario, tipo de máscara para quienes bailaron mostrando el rostro. Las mascaradas inspiraron a propios y extraño, tenemos:
“Mascaradas”
“Qué cosa tan anómala y tan rara / ver a la turba del placer, inquieta, /cubriéndose con antifaz la cara / para poder mostrarse sin careta! /Irrisoria y horrible paradoja. / La que un danza disfrazado encubre, / piensa que al descubrirse se sonroja / y al taparse la cara, se descubre........! / En medio del tumulto abigarrado, / oiréis dichos contundentes, ruidos: / un dominó amarillo o encarnado / vuelve a los hombres claros y desnudos! / Más dejad que el milagro se realice / porque la antigua práctica lo abona: / ¡Qué importa la verdad cuando se dice / cubierto el rostro y con la voz chillona! E. Zegarra Ballón (feb 27, 1892)
Escritos leídos con comodidad; versos y cánticos inspirados en los balconcillos, patios y escritorios, para ponerlos en el filo de la verdad de críticos, defensores y detractores de los días de bullicios con máscaras que develan perdones de quienes los aborrezcan.
“Baile de Máscaras”
“El Salón por deliciosas / mujeres se halla poblado / parece estueche dorado / lleno de piedras preciosas / ¡oh, brillante diversión! / Notas perfumes, colores, / gosas, diamantes y flores / en lujosa confusión.
Los brillantes reflejos / de los ojos de las bellas; / la luz salpicando estrellas / en las grandiosos espejos; / los tapices, las pinturas, / los elegantes tocados, / las alfombras, los brocados. / Las correctas escrituras, / los cojines orientales, / las blandas, la gentileza, / de las damas, la riqueza / de mármoles y cristales / el raso, perlas y tul, / plumas risas y fragancia, / convierte la rica estancia / el mundo de oro y azul. Manuel Reina
Romances, leídos en esplendorosa tarde sobre sillón o sofá, inspirados en los balcones de la ciudad, con especial estilo descifraron los comportamientos colectivos del uso de mascaras y caretas, admiradores(as) de imágenes peculiares a tentaron la atención de tal bellos verbos y frases expresados con rigor, en los diarios y periódicos de circulación.
Otro discurso sobre fantasiosa expresión cultural, “la careta hará furor, el antifaz ocultará al verdadero hombre y ostentará al tipo de la hipocresía todo será el eco de una fiesta trajidramática donde se fascinará con los golpes de una palabrería seductora. La falsía ocupa su puesto. Por eso se llama carnal, es decir, transformación humana, metamorfismo de corazones. Y amen con las reflexiones de estos tiempos pueriles, cerremos los ojos y digamos con Pérez Bonalde, noche lóbrega encapota, los brillantes luminarias, que está entre nieblas perdidas, la playa de la esperanza” , la imagen del rostro original, puesta en duda detrás de la careta, frente a la moral de aristocracia pueblerina, con prejuicios de larga data, cifra y simula la verdad guardada de quines siguen los pasos de infernal encanto. La mascarada expuesta con naturalidad, descifra de los inconscientes de quienes la portan y la aprecian, el discurso organizado, detrás de ello tiene variaciones reales e imaginarias.
“Al paso de comparsas polichinetas”
“¡Esta bolina no es rara, / y es una cosa muy natural / llevar careta por cara / en perpetuo carnaval. / Es mascarada la vida, / Y el que quiera valer más, / Elija traje y partida: / Todo es cuestión de disfraz. / Danzen todos sin trabajo, / Que la ocasión es propicia: / Los de arriba y los de abajo, / El crimen en la justicia. / Y del vino a los reflejos, / Entre báquicos places, / En tropel bajan viejos, / Jóvenes, niños, mujeres. / Mientan, finja sin rubor / Con cruel viveza inaudita, / Que el más falso es mejor / Es el mejor mascarita!
Al entender los discurso organizados, pues los placeres de diverso valor quedaron plasmados entre los de arriba y los de abajo, consumidores de la expresión de la mascara, junto a familiares y amigos, entre callejuelas estrechas y amplias, patios con pileta o sin ella, entre bancas, sillas y piedras, no hubo diferencia, la asistencia a las mascaradas siguió ganando, espacios mentales de larga duración, así quedo plasmada la expresión sobre la “Mascarada”:
“bailad mientras voy llorando / pesares de mi alna herida; / para nosotros la vida / es cosa muy divertida, / porque la pasais bailando”(Narciso Serba)
Carnaval
Fiesta popular que precede a la Cuaresma y se celebra en los países de tradición cristiana, llegada a América con las culturas europeas. La palabra procede probablemente del término latino medieval carnelevarium, ‘quitar la carne’, aludiendo a la prohibición de comer carne durante los cuarenta días cuaresmales.
Mientras tanto Julio Caro Baroja conceptualiza al carnaval como la descendencia de los países de habla romance, tienen “poco de resabio a la gentilidad y uso antiguo de las fiestas que llamaban Saturnales por que se convidaban unos a otros presentes, haciendo máscaras y disfraces, tomando la gente noble el traje vil de los esclavos, y los esclavos por ciertos días eran libres y no reconocían señor”
Tres sílabas que tienen un poder inmenso y cuya tiranía es más ruda que la de los mayores déspotas del mundo; por eso nada hay tan provechoso para el corazón humano como estudio de ese “momento de embriaguez de los espíritus en que por lo mismo que reina la farsa, la verdad aparece desnuda” .
Es definido, por los contemporáneos arequipeños de finales del siglo XIX, para unos, como parte de la vida del hombre que imita a la naturaleza en todas sus manifestaciones; entre la cuaresma y carnaval hacen la diferencia. Para otros “es la horrible y detestable fiesta que nos han legado los tiempos del politeísmo; son el remedio de aquellos furiosos saturnales en que los paganos se embriagan, con esa doble embriaguez brutal del placer y la bebida; las modificaciones que entre nosotros se ha introducido en esta fiesta infernal, le han hecho tanto más detestable cuanto que la multitud ávida, sedienta de inauditos placeres, de fatales entusiasmos, de locura desenfrenada, se embriagan con más exceso que en los antiguas vacanales, hasta caer desplomados”
Diferenciaron la llegada del carnaval de la despedida a los ocho días le llamaron fiesta de cuaresma. El carnaval es la tempestad, la borrasca; la cuaresma, la calma y la tranquilidad. Después de la tempestad es forzoso la calma; después de las tinieblas la luz.
El carnaval comprende el periodo de tres días antes del miércoles de ceniza, periodo de jolgorio antes de la cuaresma; se celebra con bailes, espectáculos de disfraces o mascaradas, y desfiles de comparsas, “días clásicos de locura, en que los hijos del misti, en mejores tiempos, salían hechas (sic) la casa por la ventana y hacer de su capa un dominó” .
El carnaval, preparado días antes de llegar el día central, las pandillas de jóvenes, recordaron las coreografías de la danza, con anticipación, junto con los cantores y tocadores de instrumentos: guitarras, mandolinas, charangos, quenas y bombos de acuerdo al lugar. Primero las comparsas organizadas, luego las pandillas como símbolo de integración, al son de la música al estilo de pampeña , entraron y salieron por columnas y dinteles de amplios patios y casonas, con señal de saludo, descifraron las virtudes de la cultura carnavalesca, las coreografía con estrellas, número, hileras, pasa calles, representados con sudor y entusiasmos por hombres y mujeres, de casa en casa salieron y entraron los días no alcanzaron entones hasta el siguiente domingo de cuaresma (amargura), ni las lluvias importaron, siguieron al ritmo instrumental.
Y donde no hubo calles, las hicieron los danzantes, acompañados de diablos con mascaras a la usanza de diabla puneña, chuchos con espadas que pelearon contra los diablos y defendieron a las doncella; se encargaron de abrir las cocinas, panaderías y sustraer lo encontrado para alimentar a la pandilla si no hubo que comer o beber.
La sed, agitación y agotamiento superados con las bebidas preparadas con anticipación, con buena fermentación. La chicha para las damas y si son varones mayores de edad sólo bebidas después de danzar al término del día. En Paucarpata, Characato, Socabaya, Mollebaya, Polobaya, Chiguata, Carmen Alto, Cequia Alta, Sabandía, no repararon en preparar potajes de buena sazón , para el deleite de los asistentes danzantes y mirones.
Mientras las comparsas dietan, y sacian la sed; los polvos en la cara, el agua moja sin cesar, las sempertinas, las picapicas fueron los ingredientes que contribuyeron a la expresión de diversión y alegría. Pero no faltaron quienes utilizaron otros elementos, el zapallo, melón, sandía, tomates, grasas, hollín, frotados en la cabeza quedaron.
Una vez terminada la presentación, continuaron, los trajes y mascaras las cambiaron con aquellas ropas de uso y destinadas para el carnaval y si las perdieron o se deterioraron, justicia no tuvieron, “el carnaval aguanta todo”
Al referirse sobre el carnaval el periódico conservador el Deber, publicó discursos generalmente adversos al de su opositor diario La Bolsa de corte liberal, veamos: “entramos ya por las puertas del placer y de la algozara, a estos tres días de locura y de poca seriedad. El coche de copas, el entusiasmo de las libaciones, el ruido de la orgía, forman el desconcierto de esas horas consagradas en honor de ño – carnaval, el sujeto más desgonzado y el verbo más hablador, y la persona más suelta de nervios, y el personaje más descabellado: de este siglo del vapor y de la electricidad.
Las comparsas dejarán marchitas muchas flores, dejadas no pocas esperanzas, y tal vez, con lágrimas muchos ojos. Se alternará el dolor con el placer; todo será un puro carnaval (...)”
La referencia traduce sentimientos colectivos de censura contra aquellos carnavalescos que pusieron desenfreno a los placeres y amores, pues al año siguiente asistieron al carnaval con niño(a) de nueve meses, a identificar al padre y si no lo encontraron, lo buscaron hasta el final. A ellos les cantaron “el año pasado guragua y guragua a hora este año con tremenda guagua”, “carnaval cojudo que pronto te vas, la pena que tengo, que a los nueve meses, guagua parirás”, “a hora y este año poroto y poroto, tronquito de moto, la mujer que tengo, este año la voto” .
La locura de los tres días no fue más que una broma. Broma, “aquí es una palabra cuya significación puede ser muy seria, tan seria como la palabra juego, siempre que los hombres traten de sacarse el dinero unos de otros sentados alrededor de una mesa” Bromas magníficas en las que los hombres serios a los niños más inocentes y a las mujeres honestas les era muy difícil no perder la cabeza . Las bromas entre guitarras y cantos se escucharon y escuchan hasta a la actualidad; a los oídos de ciertos sectores, pasan a ser símbolos de censura y admiración por tal expresión.
Las formas de celebración no tuvieron reparo a pesar de la escasez de recurso, como lo predecían periodistas y comentarios del saber popular, las apreciaciones se sostuvieron así: “los días de carnestolendas, con excepción de lo ocurrido el domingo en la calle de Bolivar, han pasado en tranquilidad (...) del carnaval de antiguos tiempo, no queda sino el pataleo. El juego de cascarones ha quedado sólo para los criados de escalera abajo y escalera arriba, para la gente menuda y para uno que otro entusiasta despreocupado (...) La alta clase social lo ha reducido a los bailes de fantasía, o sea a los remates, en los que se hace lujo de elegancia y buen tono. En resumen, el carnaval de hoy es tertulia y hojarasca”
“Aunque asoman hoy más parecen días de difuntos por su aire triste y por el silencio y pobreza con que vienen rodeados, con todo, no faltaron jóvenes y aun viejos verde y alegrones, que saquen los pies del plato y armen gordas pandillas en la primera coyuntura”, si las manifestaciones carnavalescas en tiempos de crisis son de completa tranquilidad, los juegos de cascarones y polvos se circunscribieron entre los sirvientes de las casas y a uno y otro individuo, en las calles han reinado el silencio , es decir, pasaron carnavales de pasividad y le dieron el calificativo “ha sido un carnaval cuerdo”, es notorio entonces los cambios productos de las crisis económicas y políticas del entorno social arequipeño.
Asombraron a propios y extraños la tranquilidad, como era un mal necesario, el bullicio, escándalo, música, juegos, polvos serpentinas, se hicieron indispensable en la cultural popular.
Es notorio, en las fiestas de carnaval enraizaron las diferencia sociales, pues, el uso de cascarones y polvos identificaron al pueblo trabajador, a los servidores domiciliarios, artesanos, labriegos y trabajadores del agro. Entre ellos, manifestaron otros comportamientos colectivos y familiares, usaron y lanzaron los confites de diferentes tamaños, los melones y sandías los rompieron y frotaron en la cabeza de los allegados pandilleros, tomates y otros objetos lanzados a los transeúntes de a caballo, fueron característicos.
Al termino las evaluaciones sostenían “han pasado días de huelga y locura sin mayor novedad (...), el juego de cascarones en la calle, ha sido insignificante, en algunos lugares y ha quedado reducido a niños y sirvientes de la casa” , los versos y poemas organizados para el festejo de carnaval, los utilizaron en el canto de pandillas y grupos que visitaron la ciudad urbana y rural, con estilo propio. Letras como las siguen expresan la armonía de décimas recitadas y cantadas en carnavales, seguramente en otras actividades festivas también.
“Vosotros que en este instante / estais alegres bailando, / no os fijeis en mi semblante; / que aunque tristezas, yo cante / bailad mientras voy llorando. / Mañana con grato anhelo / gozareis dicha cumplida / en tanto que en triste duelo, / yo lloraré sin consuelo / pesares de mi lama herida. / Desde mi triste aposento / veré a la gente aturdida; / por eso digo, y no miento / que es solo dicha y contento / para vosotros la vida. / Unidos e gozo riendo / alegres pasan la vida, / otros de tedio muriendo (...) / este mundo ¡yo voy viendo (...) / es cosa muy divertid. / Lleno de horrible ansiedad / por doquier voy buscando / Romántica soledad; / Vos sentais felicidad / Porque la pasan bailando!” Luís D. Delgado .
EL CARNAVAL (marzuca)
“Ya se acerca el carnaval / esos días seductores, / en que confites y flores / es el juego universal; / y se va á visitar / de chisguetes bien previstos, / á cualquier niña listo/ se le principia á mojar. / Si el papá esta embriagado / y se deja de jugar, / muy á lo disimulado / se comienza á conversar; son los globos y pintura / con chisguetes y ambrosía / le entretiene todo el día / en juguetona locura. / Si la mamá está ocupada / la niña sale al balcón, / y si se halla enamorada / aprovecha la ocasión; / y le dise á su adorado / con muy dulce atención, / tu será mi bien amando / mientras no haga reclusión. / Es preciso aprovecharse / de esta oportuna ocasión, / y con tino conquistarse / de una niña el corazón; / la niña que en carnavales / de un joven se enamoró / á los diez meses cabales dicen que multiplicó.”
La representación escrita entre los compositores y cultores del carnaval, no dejaron de cantar a la juventud entre hombres y mujeres, los mensajes seductores descifran la emoción el respeto, la atracción y la amistad despejada en carnaval. Los días de carnaval, tienen como símbolo en discurso la distracción y tolerancia entre los componentes y actores directos del disfraz, pandilladas y socialización de estilos y formas de vida a la broma y en serio.
Entonces, los tres días, llamados carnestolendas de tradicional carnaval, que preceden al Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma en el calendario cristiano, difiere de un año al otro con diferentes matices tanto en las áreas rurales como en las áreas urbanas, por ejemplo para 1896 en las tradicionales fiestas, los hacendados, hicieron un paréntesis a la vida normal entre los componentes de la ciudadanía y comunidad, “la juventud como siempre acaparó las doradas copas de placer y cada vecino sin tener en cuenta edad, ni condición, procura componérseles, del mejor modo posible, siguiendo la alborotada corriente. Los bailes se han sucedido unos de otros, y el entusiasmo carnavalesco lo ha dominado todo, con poder autoritario. Al termino se restableció la calma, podemos repetir como un poeta: ¡Cuanta burla malograda!, cuanta broma desabrida!, cuanta esperanza perdida!, cuanta amargura probada! Lo cierto es (...) que en este año se ha jugado más, (...) Ha habido una especie de reacción incontenible, sin desgracia alguna (...). Las patrullas no han faltado en las calles a distintas horas. Pero un considerable gentío invadió Miraflores a pié y a caballo, hasta al prefecto y policía los identificaron” en tal acción colectiva de los primeros meses del año. Los patrones y peones en carnavales se unieron, sin perder la razón, si lo hicieron, muy temprano pasaron por la justicia del rigor.
Las fiestas de carnaval con sátiras, insultos y seducciones, se refieren a las bromas desabridas, y cuando hacen referencia a las esperanzas perdidas, tiene relación con las doncellas que en carnaval encontraron compatibilidades de amor y quedaron embarazadas, pero en las que pusieron desenfreno de sus placer con antifaz sin saber quien es el agraciado de aventura, quedan el amargura los padres de las doncellas, pero como el carnaval aguanta todo, al siguiente año quedarán probadas y encontradas las esperanzas perdidas.
De la misma forma en los siguientes párrafos, nos descifra la belleza de las participantes, la melancolía y ternura, escrito así está:
“Entre col y col (...) un consejo a propósito de Carnaval”
“Cuando mañana, en tu balcón, risueña / del carnaval te entregues al delirio, / piensa del hospital en los que mueren / en lecho de abandono y de martirio. / Cuando luego, en la noche, lisonjeada, del club danzando en el salón te halles, / vuelve al atrio la vista y considera / la miseria que llora por las calles. / Cuando el eco de amores y armonías / sonrisas de placer pagues y cobres, / no olvides que el amor y los placeres / no saben sonreír para los pobres. / Y cuando, ya de vuelta, preocupada, / de una flor el oráculo deshojes, / y viéndote engreída, en el espejo / de tus ricos adornos que te despojes; / Dígate el corazón que solo una / de esas perlas no más que te hacen bella, / hasta de un hombre a de retardar la muerte / O el honor a salvar de una doncella”. / Simón Martínez Izquierdo
Pues, los versos dicen lo que el alma del romántico carnavalero, alegre y reprimido, espontáneo y respondón, frente a la casa del portón que alegre festejan carnaval. El que no tiene lugar, es recién llegado a la ciudad, también tuvo su parte junto aquellos huraños que no salieron del caserón:
“Los que no quieren lugar”
“Dios la niña frunciendo / la boquita de coral: / ni me gusta que me mojen / ni a mi me gusta mojar. / ¡Y tan lisos como son / algunos con una igual / Y por eso, / francamente, / Que aborrezco el carnaval. / Y la primera que este año/ Quisiera conmigo jugar. / Aunque se enoje y patee / Le echo en la cara aguarrás. / Agua con esta, lectores, / Que las que aparentan más / Cuando golpes que se dan. /Dice, porque digan las niñas, / La disfrazada mamá / ¡que vinieron a mojarme! / Vamos no faltaba más! / No jugué cuando muchacha / Con los fulanos de tal, / Unos jóvenes decentes / Los más ricos de mi país. / Y ahora que ya estoy vieja / Dizque había que jugar / Con mocitos de la laya / De estos de vecindad!(...) Agua con esta, lectores, / Que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice el viejo camulengo / Echándose para atrás: / Lo que es yo aborrezco el juego,/ No me gusta el carnaval. / Tomar un poco de fruta / a los doce: vamos, ya / eso pasa; más ¡qué gusto / Encontrarán en mojar? / Yo me encierro, y aunque venga / el padre eterno o San Juan / no abro, que por echar agua / me malograron los sofás. / Agua con este, lectores / que los que aparean más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice la gorda del frente / Delante de su papá: / Yo salgo al balcón por ver; / ver me gusta, nada más. / Pero si alguno le arroja / un cascarón, me da tal / ira, que poco me fuera / el chancarlo en un batán. / Que jueguen con quien los busque / eso es cosa natural; / pero con una? Es lisura / que la vengan a mojar. / Agua con ella, lectores / Que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice la arequipeñita: / por eso es que velay / Ni a la ventana me asomo / por tener la fiesta en paz. / Y cuando allá me decía: / Jugaremos, viditay; / Contestaba déjenme / a Hermelinda mójenla. / a ella sí échenle / Cuanta agua quieran catay, / pero a mi no, panchitay / te lo ruego, mi vidá. / Agua con ella, lectores, / que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Así va la hipocresía / en días de carnaval, / enmascarando a las gentes / mucho más de lo que están. / Y así las más remilgadas / engañan a los papás / y maridos y mujeres / van jugando al pega allá. / Todos se hacen los chiquitos: / los que no quieren jugar, / y anda siempre el más travieso / echando humos de formal. / Así va rodando el mundo / que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se da”. El Tunante
Las fiestas de carnaval con características socioculturales acordes al contexto global de la cultura, socializaron los elementos de la memoria colectiva, de año en año, no pasaron por desapercibidos, más bien los tuvieron presente en el calendario agrícola y religioso.
Para carnaval, aquellos que hicieron siembras entre agosto y noviembre, prepararon y cosecharon las primeras, para brindar a los invitados y visitantes carnavaleros, con el mayor espontaneidad, como símbolo de reciprocidad, si la tierra le dio no puede gozarlo sólo, por la vida la comparte con otros, además de ofrecerle el ritual, socializa con los del poblado y con quienes está cerca.
La ordenanza, es justa para el labriego y agricultor, porque, su mentalidad le dio explicación lógica a la relación que tiene con la tierra, por ello hace tales ofrecimientos, y en primera fila pusieron a la familia sea urbana o rural.
Ordenanzas de Carnaval.
Las autoridades del municipio y prefectura procuraron dar cierto ordenamiento a los desenfrenos de carnaval, propusieron centros de concentración “uno en Guañamarca y la otra en la Alameda, la primera para la gente veterana y la segunda para la gente delicada y fina. Que en Guañamarca se podía jugar con cascarones en forma brusca y que a ella podían concurrir las feas pero las bonitas no, cuya belleza peligraba por el juego brusco pero, que no había ningún inconveniente para que los de Guañamarca fueran a la Alameda, pero a condición de que al entrar en esta, dejaran todas sus municiones y artículos de juego brusco y que viceversa los de la Alameda podían ir a Guañamarca, pero que nadie respondía si le ocurría alguna cosa”
Dada la administración de justicia con influencia colectiva del entorno social al que pertenece la autoridad para 1891, la Subprefectura del Cercado de Arequipa dio disposición “a los comisarios de policía de los cuartes 1º y 2º ; 3º y 4º al aproximarse el juego de carnaval, con motivo del cual suelen cometerse desórdenes, aún sin uso de disfraces, deber (...) es prevenir aquellos, dictando para el efecto las medidas más severas (...). Las personas que en dicho día transiten a caballo, no lo hagan al trote o a galope; que a los transeúntes ajenos (...) no se les moleste (...) firma Narciso Ruiz de Somocursio – Subprefecto”
Tres años después, ordenó a la comisaría de policía y gobernadores, “examinen los cascarones y globos que tengan sustancia nocivas, como anilina y otros, capturando a los expendedores; y se capturen a las personas que usen disfraces sin licencia correspondiente” . Los excesos del comportamiento colectivo en la sociedad arequipeña tuvieron reglamentaciones específicas, de alguna forma trataron de imponer normas a fin de dar cambio a tales actividades de acción social.
Sin embargo, para 1895, en los días de carnaval, “(...) en las noches, patrullas de policía vigilaran con estrictez la población para evitar exaltaciones de ánimo y especialmente que se hagan disparos sin motivo y sólo por el prurito de alarmar al vecindarios” .
Las previsiones se dieron cada año a fin de evitar accidentes, como los ocasionados en los barrios de Guañamarca “una esposa respetable que conducía sus hijos a un balcón o ventana del lugar de la reunión, fue acometida improvisadamente por una banda de furiosos, que tiraron sobre ellas una multitud de huevos llenos de agua, de buen o mal olor con toda fuerza posible (...) presentó más de cien contusiones en el pecho, la cabeza y sus espaldas, (...); en el mismo barrio, habían hecho saltar el ojo a una joven preciosa, a otra le habían botado dos dientes a una tercera aplastaron la nariz” .
Los hechos de violencia no sólo en la zonas urbanas sino también en las rurales, en Characato, se realizaron carreras de caballos por el día de carnaval, “casualmente se encontraron en el camino y chocaron con tanta fuerza, que uno de ellos, Ceferino Salas, murió a consecuencia del golpe y el otro Rafael guille quedó gravemente herido”
Pero en carnavales todos quisieron ganar, más aún cuando se instalan los centros de comercialización e industria, por ejemplo don Armando Bustamante, conductor de un centro de depósito de Cerveza en la calle San Francisco Nro. 41 hacía pública la venta para el carnaval de “cerveza de primera calidad a s/. 4.80 la docena, sin cascos y s/. 5.30 la docena con cascos; conservas y licores finos” . Como es lógico con mucha sutileza las fiestas de carnaval fueron utilizándolas para el incremento de ventas y comercio, de forma que con las bebidas alcohólicas, tomaron connotaciones diversas, la borrasca, violencia y atropellos, por las alucinaciones provocadas, por tales bebidas, exigieron la participación de las autoridades con mucho rigor. De allí que periodistas y escritores, y opinión pública resaltaran aquellas fiestas de mayor algarabía, y estragos, es decir, agregan ningún hogar se quedó sin participar y festejar el carnaval; en 1896 fue de expresión máxima, los títulos, cargos, y funciones se confundieron tanto que no bastó tres días sino hasta cumplir los 8 días; entonces si el carnaval empezó después de miércoles de cenizas por tres días, las acciones sociales fueron de tal extremo que continuaron las fiestas hasta el domingo de cuaresma, ocho días de festejos desenfrenados. Más si se trataron de los días centrales, en el argot arequipeño quedó expresado domingo de carnaval como la llegada y el domingo de cuaresma como la despedida.
Por ello, agregamos que las autoridades compartieron responsabilidades en tiempo de carnaval, de forma que la policía montada registró todos aquellos hechos de alta violencia con mucho rigor, pero al participar de las fiestas de Guañamarca y La Alameda, terminaron formando parte de los actos festiles. / Las recomendaciones hasta en verso se expresaron así:
“Seguidos mis consejos / Evitaeis mil males / “pero es muy conveniente / el que tengas presente / estas disposiciones / que llamo generales. / Cuidad antes de todo / no llegar al delirio / que todos se diviertan / con entusiasmos vivo, / que trompadas no hayan / porque esto es feo, amigos, / y porque no place / veros entretenidos / en esas candideces / que valen un comino. / Si viene la patrulla / miradla de hito en hito, / mas dejadla que marche / En paz por su camino: / al juego caballeros, / lo demás es prohibido / todo lo que no sea / Bailar y divertirás, / Y apurar con las minjas / una copa de vino / es perder lo ganado / en un año continuo. / Si alguna, Dios no quiera, / no escucha lo que digo, / yo juro por mi madre, / castigar al indigno / con celos y desprecios. / Y con esos martirios / que suelen dar las bellas / a quien las amo fino. / Mis palabras de trueno, / mis voces y mis gritos, / mis hurras y mis vivas; / Los cantos repetidos, / ese: “mi amor lo pinta” / tan grandiosos y tan lindo / ese “carnestolendas” / con fuego repetido / por los sartas y ruedas / que impiden el camino, / Eso no nos se oiga, / lo demás es prohibido, / si algún impertinente / Os provoca atrevido / ponedle una mordaza, / o apretadle el hocico, / que esto y aún nos merece / el que a de pollino, / con cocos y rebuznos / procura interrumpirnos / el placer que gozamos. / En rato tan divino / más después, depreciad / las voces y los dichos; / ¿Qué importan a vosotros / del perro los ladridos? / al que así se maneje, / sin cordura ni tino / pegadle un tapaboca / y dadle por castigo / que no tome una gota”
Las ordenanzas fueron cada vez ez más duras hasta que el prefecta decidiera no hacer festejos de carnaval sino organizar un corzo a la usanza europea, pero, no dio resultado y la inversión fue tal, que quebró el presupuesto anual.
Finalmente el carnaval continuo, en constante práctica social, tuvo sus vaivenes en relación al desarrollo económico regional y nacional hasta política influencia tuvo. Por ello en el mundo andino y arequipeño constituye un patrón cultural, el carnaval, llego con los europeos, con aire satírico y placentero, se impuso en las diversos grupos humanos de las regiones culturales de Arequipa, el sincretismo es el resultado de la fusión de los patrones, es decir, los rituales festivos por inicio de las primeras cosechas, como agradecimiento a la pacha mama se fusionaron, pasaron a formar cánticos, décimas, coreografía y rituales de carnaval; acompañadas de especiales potajes bebidas, licores e instrumentos musicales fueron los ingredientes que dieron armonía, colorido, alegría y pasión al carnaval, hasta finales del siglo XIX.
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