miércoles, 24 de febrero de 2010

Arequipa: Las escuelas productivas

Santos Cesario Benavente Veliz

SERIE: Historia Menuda



Resumen

En el marco de la micro historia cultural, una de las representaciones orientadas a la historia institucional, está la visión de la escuela en el proceso de formación de los imaginarios sociales productivos, quedan manifestados los criterios de cambio y modernidad desde la implementación de espacios de instrucción, enseñanza y aprendizaje diferenciados por especialidades ocupacionales que darán una mirada de amplitud y mejoramiento de las condiciones de vida de la población en edad productiva, además de ofrecer una mano de obra tecnificada y calificada al inicio del desarrollo industrial regional y nacional.

Palabras clave: escuela taller, salesianos, modelos de instrucción, módulos productivos

Introducción

La educación peruana de finales del siglo XIX, pasa por una etapa de crisis y cambios cualitativo, de la tendencia escolástica y lancasteriana, de sectores sociales divididos por las prácticas religiosas, fueron de evidencia social, los padres salesianos al paso por Arequipa a otras ciudades del sur del país (Puno y Bolivia), dieron la opción de establecer una escuela productiva, con la finalidad de formar generaciones que se involucren inmediatamente al aparato productivos regional en campos diferentes.

Es decir, con ello fomentó la formación de individuos con habilidades manuales que la insipiente industria necesitó para mejorar las condiciones de bienestar de vida en el país.

Las diversas propuestas y proyectos de la educación pública del siglo XIX (arequipeña) con fuerte influencia ideológica y política en los planes y programas educativos de las escuelas públicas y privadas, se acentuaron con la reorganización después de 1845 de los colegios secundarios nacionales dio viraje en la educación del país, afectada por las guerras civiles internas.

En tanto Arequipa asumió un rol protagónico en la política nacional, entre hombres y mujeres de escuelas y colegios públicos y privados rurales y urbanas, dirigidos y controlados por los síndicos del ramo de la educación identificaron su funcionalidad en locales alquilados en su mayoría.

Con cambios de estrategias políticas se masificó la educación en las zonas urbanas y rurales, establecieron cátedras de economía política, derecho, gramática, otros de análisis económico y política nacional. Con reglamento de instrucción dado en 1884 para todos los niveles de enseñanza y administración educacional, por primera vez el ejecutivo dio facultades a la Asamblea Constituyente, dicta reformas para el sistema educativo nacional del siglo XIX.

La enseñanza e instrucción en las escuelas se expandió no sólo en las zonas urbanas de los departamentos principales, sino a las zonas rurales, se crearon escuelas en Moquegua, Caravelí, Camaná, entre otras provincias. La normatividad estableció alternativos para disminuir la problemática educacional, dispusieron tener las estadísticas sobre las escuelas existentes incluyendo datos sobre la población estudiantil; dar carácter continuo y periódico a las informaciones; establecer escuelas normales en provincias a cargo del Consejo de Instrucción; conceder injerencia a los preceptores en la programación de las escuelas; prescindir de extranjeros en la enseñanza elemental “para evitar la desnacionalización de la juventud” evitar la congestión administrativa, entre otras, incluyendo el sostenimiento de las escuelas con un fondo bajo el nombre de “fondo especial de escuelas” recaudado en cada distrito, de una manera proporcional y equitativa y sólo en la cantidad suficiente para llenar las obligaciones municipales respecto a la instrucción primaria de los pueblos.

Se creó la escuela normal de varones, funcionó con la concepción progresista “educar no es rezar ni enseñar, es predicar” y no se podía subordinar lo científico ni a los dogmas, ni al estado, ni a la iglesia.

Mientras, fueron tomando decisiones políticas en los gobiernos desde Lima en Arequipa, la educación tuvo sus particularidades, sustentada por conservadores y liberales preocupados por la educación arequipeña desde el inicio de la república, con las revoluciones de 1834 afectaron al dictado de las cátedras de filosofía, matemáticas, lenguas, geografía y humanidades, con mineralogía junto a otras ciencias y artes, formando así generaciones óptimas para cubrir la demanda de profesionales en el ámbito productivo y comercial del sur del país.

Los cambios de concepciones en la educación como consecuencia de las políticas económicas, primero por el dominio francés y luego ingleses, la escolástica junto a las tendencias lancasterianas y productivas; dieron las bases para la formación en las escuelas de las poblaciones juveniles del Perú, las mismas que cumplieron roles diversos en las distribución de la riqueza y control del poder en la gobernabilidad local y regional.

Escuela Salesiana, Escuelas taller de Hombres y Mujeres

La Comisión de Instrucción del honorable Concejo de Arequipa puso en conocimiento público la apertura y funcionamiento de la Escuela Taller de Varones desde el 24 de abril de 1881 para la inscripción de jóvenes.

Dada la Resolución del 19 de marzo de 1885 se estableció una Escuela Taller para que funcione en la Calle Ejercicios y le asignaron para su establecimiento S/. 6,400 anuales de la renta del cupo de molinos.

Por otro lado, con el actuar de la Prefectura entregó al honorable concejo Provincial la casa comprada de la familia Masías, situada en la esquina de San Juan de Dios, inmediata a la puerta del hospital, por orden del Gobierno Central para que sea ocupada por la Escuela Taller de Varones . Mientras la Inspección de Instrucción nombró como profesor de Doctrina Cristiana de la Escuela Taller de Varones al Capellán de la Cárcel Sr. D. Juan Rivero, que actuó junto los 43 nuevos matriculados para 1891.

En la Municipalidad Provincial autorizaron a Juan López de Romaña para formular el presupuesto de todos los útiles y herramientas necesaria para ser encargadas a Europa con un presupuesto hasta los 5000 soles. Así mismo, acordaron dar como nombre a la Escuela Taller de Varones, lleve el título de “Colegio Bolognosi” en mérito al héroe de Arica . La instalación oficial quedó presidida por el Prefecto D. Caravedo, el Inspector de Instrucción Dr. Bedoya con la denominación del taller como “El Colegio Bolognesi de Artes y Oficios” y nombrado interinamente al Ing. Agustín Espinosa ; mientras dure la licencia al Director Don Juan López de Romaña para viajar a Europa he hiciera las compras necesarias.

En el proceso de equipamiento de la Escuela Taller de Varones, El Maestro de Taller de Carpintería D. Santiago Mostajo, “ha obsequiado al Honorable Concejo, (...) con destino al Taller de Varones, (…) las siguientes herramientas: un nivel de metal, una regla de pulgadas, un entornillador grande, dos formones de torno, un trabador de serruchos, una sierra grande de espigar, un gramil de Jacaranda, 3 fierros dobles de cepillo, un juego de fierros, 4 brocas salomónucas, 8 brocas de dialetas, una escuadra de fierro, un hacha, una escofina, una lima, un talacho de fierro, un barreno grande, un martillo, 4 limas triangulares, (...)” , la donación hace mención a los diferentes instrumentos utilizados en el proceso productivo de la especialidad de carpintería en el taller. Con las diferentes herramientas y medios productivos los aspirantes a una especialidad productiva pasaron por especial evaluación en el manejo de instrumentos de producción, en el acabado, el uso de los recursos y materiales que demandó la carpintería. En correspondencia el Concejo acordó comprar 15 pupitres escolares al Maestro Santiago Mostajo, para los preceptores de las escuelas municipales .

Las especialidades del Taller o Colegio Bolognesi estuvieron en relación a la productividad arequipeña, es decir, los alumnos una vez de pasar por la preparatoria, se incorporaron rápidamente al aparato productivo. Las especialidades las dictaron especialistas en el ramo del dominio del maestro, incorporaron a nacionales y extranjeros para la dirección de los talleres, los italianos Luís Margora y Ángel Agostini en los de peltrería , hojalatería y cobraría. Además establecieron especialidades para el turno de noche asistieron los interesados en Teneduría de libros.

La Escuela Taller de Varones tuvo la competencia del director Sr. Juan Luis de Romaña, no pudo ser sostenido después de 1894, a pesar que se buscó el sucesor después de él, a fin de que producir resultados que la sociedad esperó en el campo laboral e industrial o artesanal.

Desde abril de 1887 la gestión de apertura de Escuela Taller para Niñas, como institución educativa, para fomentar la preparación de mujeres que brinden atención de calidad en los hogares y centros de producción, lo consideraron al proyecto como uno de los primeros a nivel nacional. Con la instalación cubrió la demanda de señoritas arequipeñas de todas las condiciones, sus directoras dieron las orientaciones administrativas a fin de hacer de la “Escuela Taller” de niñas una institución óptima que cubra las necesidades de la sociedad.

Hasta que el Honorable Concejo “concedió licencia para la apertura de la “Escuela Taller de Niñas”, bajo la dirección de las señoritas Pereira, (...) dieron avisos del local, así como aquellos que facilitaron la instalación y funcionamiento” . Para 1889 se encontró funcionando en el local conocido con el nombre de las Educandas, la escuela – Taller para niñas quedaron bajo la dirección de Srta. María Josefa Villena, con más de 30 alumnas matriculadas.

En las evaluaciones anuales de 20 alumnas obtuvieron el calificativo de sobre saliente y aprobadas por unanimidad, generalmente después de 1890 que regentara la Escuela la preceptora Amelia Lazo, ante la comisión calificadora del H. Concejo, quedando así establecido que la buena preparación en las especialidades de costura, bordados en diferentes estilos y tipos, apreciados por la comunidad en la exposición, la misma que generó grandes beneficios a las participantes, sobre todo al prestigio de la “Escuela Taller de Niñas”.

Para 1890, la reglamentación organizada por la Junta General fue aprobada por la gestión del Alcalde José Moscoso Melgar, para la escuela Taller de Mujeres, cuyo texto quedó establecido en los siguientes términos:

1º La escuela taller de mujeres tiene por objetivo preparar a estas, mediante la enseñanza correspondiente, para las industrias y ocupaciones propias de su sexo.

2º La enseñanza de los talleres comprenderá inicialmente: tejidos acrochet, frivolete, filé, badanas, flecos, cordones. Encajes y mallas, medias, camisetas y guantes, labores en género deshilado, costura blanca, llana y de adorno, confección y corte de vestidos, corsies y guantes, bordado con hilo, sedas, lana felpilla, hilado de oro y plata. Flores de papel, genero seda y briscado; lavado, planchado y desmanchado de vestidos y telas de toda clase. Limpieza de muebles, piezas de fierro, bronce, oro y plata. Papeleras, bolsones, relojeras, costureras. Confección de adorno de sombreros, teñidura de lino, seda, lana y plumas.

3º En la escuela taller no se dará instrucción de un grado determinado, sino únicamente los conocimientos elementales que sean necesarios para el ejercicio de las industrias y ocupaciones a cuya enseñanza se contrae, como sea: perfeccionamiento de escritura y lectura; nociones de gramática y lengua castellana; nociones de aritmética y sistema métrico decimal; doctrina cristiana, recitada y explicada; economía y contabilidad doméstica; nociones prácticas de geometría. Dibujo aplicado a las labores de mano.

4º La enseñanza en los ramos de la instrucción se dará solo en la mañana y la de los trabajos de 12 m a 4 p. m. pudiendo determinarse media hora al recreo y otra media a ejercicios o lecciones prácticas de urbanidad e higiene y quedando derogada la duración de tres años para el aprendizaje de dichos ramos.

5º La enseñanza de los ramos de la instrucción se dividirá en tres secciones a clases, a cuyo efecto cada ramo se dividirá también en tres partes.

6º El aprendizaje del dibujo será sólo obligatorio para las alumnas de tercera sección, sin que por esto queden excluidas las alumnas, de la demás secciones.

7º Además de estos ramos, se crearán otras nuevas a medida de las necesidades.

8º Es prohibida la admisión de alumnas para solo los ramos de instrucción.

9º La escuela estará a cargo de una Directora, una preceptora que remplazará a la primera en caso necesario, tres maestros de taller, una auxiliar, tanto para los ramos de taller cuanto para los de instrucción, una Inspectora, un tenedor de libros, que correrá a cargo de la enseñanza de la economía y contabilidad domesticas, y una portera sirviente.

La enseñanza de dibujo correrá a cargo del profesor contratado para las escuelas municipales, quien además dará los dibujos que puedan pedirle las maestras del taller.

10º Se requiere para ser directora: ser mayor de 25 años; acreditar por medio de las pruebas respectivas la aptitud para el ejercicio del cargo.

11º La directora, preceptora y auxiliar tendrán a su cargo dos ramas de trabajo cada una.

12º La Directora llevará con el concurso de la auxiliar los registros y libros del movimiento de los talleres y rendirá mensualmente la cuenta de entradas y salidas de la escuela y velará por que todas las empleadas de ésta cumplan estrictamente sus deberes .

Finalmente, el reglamento constó de 32 artículos en ellos se especificaron las obligaciones de las preceptoras, de la directora y preceptoras contratadas del extranjero idóneo, de las alumnas de la escuela del taller, entre otras.

Con la reglamentación se pretendió dar una especial administración de la escuela taller de mujeres en vista que desde su fundación mostró debilidad. Pues dieron importancia a la instrucción elemental, comprendida en tres grados y enseñanza secundaria en los talleres .

Para 1890, la reglamentación organizada por la Junta General fue aprobada por la gestión del Alcalde José Moscoso Melgar.

El taller de mujeres “De la Inmaculada Concepción”, consintió matriculas desde el 23 de enero 1894 de los cursos taller, como para la instrucción primaria y media, en los locales espaciosos, con las comodidades necesarias desarrollaron el dibujo, francés, música tanto teoría y práctica, flores artificiales y frutas de cera. Admitieron alumnas internas, medias internas y externas.

La Escuela de Artes y Oficios confiada a los padres salesianos desde diciembre 1896, quedó bajo la Regencia del Presbítero Señor Remigio Zeballos. La escuela salesiana es un centro que el pueblo arequipeño necesitó, por los buenos resultados en la formación de niños y jóvenes, necesarios en la sociedad con hábitos de respeto al código divino , y alejar de la corrupción a 200 niños inscritos en esta escuela, en las especialidades de herrería, mecánica, carpintería, sastrería y zapatería comprendidos en el Curso Profesional o Escuela de Artes y Oficios.

Los cursos primario elemental comprendió tres grados de instrucción primaria. El curso técnico comercial, con clases especiales de contabilidad, idiomas para aquellos que quieren clases especiales de contabilidad o una carrera comercial. Y el Instituto de Agricultura, tiene como objeto formar buenos agricultores y agentes aptos a dirigir teórica y prácticamente una hacienda rural . El mencionado Instituto fue fundado en el Local del Colegio Salesiano, bajo los auspicios de la Honorable Junta Departamental, tiene por objetivo proveer a la formación de buenos agricultores y agentes profesionalmente las haciendas agrícolas .

El progreso notable para 1898 del Colegio de los Padres Salesianos, llegaron a registrar en sus matrículas más de mil niños, que recibieron sólidos conocimientos no sólo en las artes y las ciencias sino especialmente en los ramos de la industria y la agricultura. Por ello, la Junta Departamental de la Ciudad del Misti, celebró un contrato con los padres para el establecimiento de una escuela de Agricultura, con el establecimiento de becas para interesados de las provincias del departamento. Los requisitos de becas quedaron establecidos en los siguientes términos:

1º Para que un joven sea admitido como alumnos en el Instituto Agrícola, como internos o externo, acreditó certificación de fe cristiana, o partida de bautizo. No tener menos de 11 años, ni pasa de 14, gozar de sana constitución física y no adolecer de enfermedades contagiosas. Tener en Arequipa padres o apoderados. Sostener un examen de admisión que lo declare idóneo para este curso.

2º El examen del curso preparatorio tuvo prueba escrita de dicta, un problema de aritmética sobre enteros, quebrados y decimales y prueba oral de lectura, análisis gramatical y aritmética práctica.

3º Para la admisión directa al curso de Agricultura, rindieron examen en todas las materias de instrucción primaria, según el programa oficial.

4º Someterse a las restricciones del reglamento del internado del Instituto .

Con la preparación académica necesaria los jóvenes fueron construyendo un espacio académico – práctico, que luego de ejercer ciudadanía cumplieron roles diversos tanto el aparato productivo privado, como estatal.

BIBLIOGRAFÍA

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Benavente Veliz, Cesar. Historia y Vida Cotidiana de Chiguata, Arequipa 2000.

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Guerra, Margarita. Historia General del Perú: La República, T. VII Editorial Brasa, Lima 1994

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Zamácola y Jáuregui, Domingo. Apuntes para la Historia de Arequipa. Primer Festival del Libro Arequipeño, Arequipa 1958.

Archivos:

AMA Archivo Municipal de Arequipa

ARAR Archivo Regional de Arequipa.

AMA: LAC Nro. 25. Libro de Acuerdos del Cabildo 1787.

AMA LAC Nro. 25. Libro de Acuerdos del Cabido 1783.

AMA LAC Nro. 26 Libro de Acuerdos del Cabildo 1804 – 1812.

AMA. 17 enero 1824 hojas sueltas.

ARAR Libro de Actas Nro. 26. 1804 – 1812.

ARAR. Caja Real: Libro Mayor 1824.

Periódicos

El Diario. Arequipa 24 febrero 1891.

El Deber. Arequipa 1875 – 1900

La Bolsa. Arequipa 1865 – 1900

La Revista del Sur, Arequipa 1886- 1890

El Republicano, Arequipa 1848 - 1880

El Arrieraje y el Comercio de Arequipa

Santos Cesario Benavente Veliz

SERIE: Historia Menuda



Resumen

El transporte hasta el siglo XIX representa la fuerza de los hombres y de los animales destinados a la carga, desde pertrechos, productos de cosecha hasta mercancía destinadas para al intercambio o comercio. El vinculo de transición se da el proceso de cambio de transporte vehicular, primero con los tranvías y trenes luego con el parque automotor.

Palabras claves: arrieraje, comercio, circuitos comerciales y movimiento comercial

Introducción

El presente trabajo intenta contribuir en la sistematización de la historia rural arequipeña, a fin de construir una teoría histórica de las comunicaciones y medios de transporte utilizados por los hombre de esta parte del Perú que dará como resultado una investigación que la denominamos “Del Arrierismo al Transporte Motorizado – Pesado”

El arrieraje en Arequipa fue una actividad importante en la dinámica económica, en el transporte y comunicación, sobre todo para la distribución de la producción en relación a la satisfacción de necesidades los hombres agrícolas o comerciales e industriales.

En tanto el transporte fue controlado por los arrieros, individuos de preparación y equipo, no fueron artesanos “comunes y corrientes y desde luego no eran sedentarios. Debido a que la arriería requería una inversión de miles de pesos en mulas y negros, sólo unos cuantos podían tener recuas propias. La mayoría trabajaron con un salario anual de 300 a 400 pesos y eran empleados de grandes mercaderes y encomenderos, que eran los principales dueños”

En cada poblado, pago o caserío no faltaron, las recuas de mulas y caballos para el tráfico comercial con los valles de la costa y región interandina de Tarapacá, Arica, Tacna, Moquegua, Arequipa, Puno, Cuzco y Potosí, es decir fue un medio integrados de los espacios locales y regionales unidos en circuitos comerciales, en tal actividad, la acción de negros, mestizos, blancos, negros, indios, mulatos.

En resumen el arrieraje cumplió un rol trascendental en la organización sobre todo mercantil, el mismo que fortalece a la comercialización regional; nos atrevemos a decir, que el arrieraje está en función directa a las mercancía comercializables y a los costos en la expansión de la economía regional “propició el desarrollo de prósperas ciudades, donde residían los mineros, terratenientes, comerciante y artesanos, quienes generaban a su vez una demanda regular, tanto de los productos nacionales como importados” .

Los propietarios no siempre fueron trajinantes, sino encomenderos, españoles o criollos; con ello podemos definirlo como el personaje encargado de arrear animales, personaje que hace viajes de un lugar a otro con recuas, algunos veces de mulas, de burros o también de llamas; estos se pueden confundir con los troperos, que son personajes encargados de comprar en los diferentes lugares y alturas animales. En espacios rurales les denomina troperos aquellos que transporte productos en circuitos cortos de las chacras a los domicilios y almacenes, depósitos o granero, es decir, el propietario, hacendado, productor contrataría a las personas que tienen un número pequeño de burros o mulas.

Los troperos fueron confundidos con los conductores de recuas de llamas, pero estos hacían el transporte distante y de liviano peso. En cambio, los anteriores se agruparon varios dueños con sus recuas o animales cargaron hasta 8 arrobas, de productos industriales y agrícolas.

Entonces las recuas podías ser de mulas, burros, llamas. Estos animales se hallaban generalmente en los valles de abundante forraje, y eran de gran demanda para el transporte, así Tacna “contando con las posibilidades de un valle fértil, se convirtió en sede de un importante gremio de arrieros de muchas consideración, en sus alrededores se podían ver pastando hasta 5,000 mulas”

Una vez construidas las carreteras medio de circulación de vehículos motorizados, fueron considerados en prioridad por las políticas de estado, en tanto las ordenanzas de destruir los caminos de herradura bien conservados, después de la construcción de carreteras por años quedaron abandonadas, los cambios fueron lentos en sus patrones culturales, fueron cambiando los animales de carga por los vehículos de transporte.

El arrierismo de Arequipa del siglo XVIII

Para Arequipa se pueden distinguir en los propietarios de recuas dos tipos:

Los que tuvieron más de una recua, generalmente encomendaros y propietarios de extensiones de tierras, de comercio que está vinculado a las aristocracias ocales y regionales. Y el otro que la conformaron algunos mestizos e indígenas tuvieron acémilas para transportar los productos de siembra o cosecha, insumos y abonos para las parcelas. Para el transporte de la leña y carbón emplearon de 1 a 4 animales de carga, es decir de acuerdo a sus posibilidades. Dentro de ellos aquellos que tuvieron a cargo pearas de llamas, en las parte altas de Arequipa.

Sin embargo, los espacios agrarios de cría de los animales para tal actividad de transporte fueron Characato, Socabaya, Huasacache, Chiguata, Yarabamba, Acequia Alta, entre otras de los valles aledaños. La utilidad del arrieraje lo resaltamos con: el transporte del sillar para la construcción y refacción de la Iglesia la hicieron a lomo de bestia desde las canteras subvencionadas por los españoles e indígenas, sin embargo los indígenas la inician y terminan. En el caso del terremoto de 1784 que destruyó totalmente el “Santuario de Characato, donde la torre, bautisterio y media naranja se vinieron al suelo, como también la casa hospedería que allí había fabricada” .

La importancia del arrieraje en la economía de esta región tiene una relación directamente proporcional a la magnitud de los intercambios mercantiles existentes, lógicamente esta a su vez con el grado de división social de trabajo la misma actividad de arriero demandó especialización para la construcción de los aparejos, riendas, colocación de herrajes a las bestias de la recua y caballos; en la satisfacción de algunas demandas, estuvieron relacionados con los talabarteros, herreros, comerciantes y ganaderos incluyendo otros oficios.

Para finales del siglo XVIII el arrieraje en Arequipa se hizo actividad de una población mayoritaria, que ningún pueblo agrícola dejó, la autoridad colonial reglamentó su organización en el Gremio de Arrieros. Nombró Juez de Arrieros encargado de solucionar problemas ocasionados entre arrieros y usuarios, quedaron nombrados a fines del siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX:

Manuel Talavera para Arequipa; Calistro Carvallo para Siguas; Julian Esquibel para Quilca; finalmente en el periodo de guerra a Juan Bautista Manrique, juez de arrieros para la Segunda división del Ejército; a Don José Rendón del Ejército del Alto Perú .

La acción inmediata de los jueces nombrados, para la solución de conflictos entre los arrieros les dio la opción de medias algunas veces y otras de sentencias, es decir, podemos decir el numerario creció, considerablemente como para que actúen jueces en tres y más lugares de Arequipa. Así doña Agustina Linares, vecina de Arequipa, arriera, acusó ante la autoridad a Lorenzo Torres del vecindario por intento de homicidio a su hijo ya que “salió al campo armado con su familia y allí perpetuó con él los mayores excesos de agresividad. (...) el pueblo alborotado ocurrió a traer confesor para que siquiera lo absolviera por estar ya como muerto. La sentencia por tal abuso fue el pago de una vaca y mula, gastos de curaciones y trabajo de 45 días” . Lorenzo Torres propietario o conductor de tierras en Coantaca cerca al “ojo del Milagro”, sólo por haberse entrado a su chacra una vaca y una mula, le dio una paliza y dejó mal herido al arriero Ángelo Linares.

De varios testamentos de arrieros, presentamos el siguiente apreciación: el de Petronila Valdivia vecina de Characato viuda de Isidro García arriero con el tuvieron 6 hijos de los que murieron 4 a tierna edad a efecto de las epidemias de escarlata y fiebre amarilla, declaró ser propietaria de 40 burros con sus costales (enseres de carga o caronas también denominados aparejos), 2 mulas de silla, 30 burros con sus enseres de carga a cargo de su hijo Juan García, además de 10 burros en pelo .

Doña Petronila heredó 80 burros los que conformaron dos recuas de 40 burros cada una con sus respectivas mulas de silla para el capataz de los arrieros.

Ante el Juez José Narciso de Rivera recurrió doña María Pinto esposa de Vicente de Talavera contra don Gregorio Talavera ambos arrieros, por maltratos e injurias, en la comparecencia Gregorio Talavera dijo ser sobrino de Manuel Talavera Alcalde de Arrieros el que lo mandé a sacar una mula de la casa de Vicente Talavera y éste le cobré 5 pesos que le debía Gregorio por enseres vendidos al fiado (paño de seda una vara, una docena de navajas), las respuestas fueron airadas de fuertes términos “viejo pícaro, ladrón, borracho, negrajo, facineroso por parte de María Pinto y le tiró una pedrada en la cabeza en cambio Gregorio mostró fuerzas de amabilidad. Ante el mencionado Juez se pidieron disculpas”.

Las últimas décadas del siglo XVIII, se nota una creciente práctica de la violencia, por conflictos internos entre las poblaciones de los diferentes estratos sociales, ya sean artesanos, comerciantes, profesionales, encomenderos, etc., es que la crisis económica y política se acentuó de tal forma que la población desesperada exteriorizó las frustraciones en peleas, insultos discriminatorios, conflictos con los de su entorno, los factores que tienen mayor presencia fueron las deudas, los bienes materiales distribuidos después de la muerte del jefe de familia, los incumplimientos de los tratos y contratos, la venta y consumo de licor, entre otros.

El testamentario Capitán Silvestre Delgado y Jaraba vecino de la ciudad, contrajo matrimonio con Bernarda Bedregal, con la que tuvo 4 hijos legitimo, uno murió a tierna edad, como bienes para su primer matrimonio llevó 45 mulas aparejadas y en pelo. En segundo matrimonio con María Mercedes Vizcarra del Postigo, no tuvieron hijos, declaró por sus bienes: Tienda, la inventariaron de ella se pueden mencionar artículos variados en circulación comercial; sólo por especificar, varias varas de tul, bramante, pitilla, jaraza blanca y azul, raso liso de vahos colores, medias de colores, seda, botones, bastones, sombreros de varios tipos. Declaró ser propietario de chacras en el Valle de Vitor, 29 topos en el pago de Porongoche, 10 topos en el pago Sexsex, arrendatario de una chacra en el pago de Paucarpata, una hacienda de viña en Vitor, una casa en el Barrio Matorral, una casa de calicanto en al esquina de la Plaza Mayor, Además dejé dinero como adelanto para compra de chacras en Paucarpata, Porongoche y Characato.

Silvestre Delgado y Jaraba era arriero y su esposa comerciante de todo tipo de productos desde manufacturados e industriales ocupó las esferas sociales privilegiadas y reconocidas. El mencionado arriero en el segundo matrimonio adquirió 9 burros cargadores, 5 burras mates y 5 maltonas las criaban en la chacra de Porongoche unas y otras en las lomas a cargo de Carlos Alarcón arriero pastor. Era propietario de tres recuas de mulas:

• “Una recua a cargo del Mayordomo Arriero Mariano Velarde, compuesta de 68 mulas aparejadas de reata abajo, una mula de silla, 25 mulas de remuda, 17 de silla y 2 caballos de madrina con esquilas;

• Una recua a cargo del Mayordomo Arriero Andrés Rivera de 39 mulas aparejadas de reata abajo, 8 sillas en pelo y entre estos 2 de silla, buenas y 13 mulas en pelo y entre estas 2 de silla buenas y 13 mulas de remuda y su caballo de madrino.

• Una recua a cargo del mayordomo arriero Blas de Tapia de 40 mulas de reata abajo, 8 de silla, 12 de remuda. 11 chúcaras y 2 caballos madrinos” . En el mismo testamento precisa como sus bienes un caballo zaino aguileño que costó 190 pesos, una mula parda aguileña y otra castaña.

Las tres recuas de Silvestre sumaron 147 mulas de reata abajo, 32 mulas de remuda, 6 caballos de madrina, 19 mulas de silla y 11 chucaras, en total 309 mulas y 6 caballos. En realidad un buen capital, considerando que cada mula tuvo un costo entre 200 a 350 pesos cada una, los caballos entre 150 a 400 pesos.

Deteniéndonos en el análisis del quehacer de los arrieros, el mayordomo arriero es el directo responsable de toda la recua y están a su responsabilidad y dirección de 3 a 12 arrieros. El mayordomo vendría a ser el representante del propietario de la recua, encargado de hacer cumplir los contratos de transporte, hacer contratos, dirigir a los arrieros de la recua a su cargo, de asistir a los arrieros enfermos y si alguna de las mulas enfermaron. Era conocedor de las rutas, caminos, lugares, era herrero, veterinario conocedor dc las costumbres y dolencias de las acémilas, era un maestro en resolver inconvenientes que se les presentaron y lo que es más digno de confianza del propietario de las recuas.

Los caballos madrina eran los guías de las mulas de carga, no llevaba carga, solo los alimentos para el viaje y frazadas, lo usaron esporádicamente los arrieros agotados de cansancio o de soroche. Hubo recuas que no siempre el guía un caballo, sino una mula hembra o macho, un burro, lo acostumbraron a esa función y todas las mulas obedecieron.

Las mulas de reata abajo son las de carga, el peso oscilaba de 50 a 120 kilos de carga podía llevar una mula, en las medidas tradicionales de 6 a 12 arrobas. La cantidad de peso dependió de las distancias, del medio geográfico y de la alimentación de los animales.

Las mulas de remuda generalmente eran destinadas en el viaje para relevar a otra que por cansancio o enfermedad ya no podían continuar con el transporte, generalmente eran nueva.

Las mulas chúcaras fueron aquellas acémilas nuevas sin amansar pero que las llevaron en el viaje para que se acostumbren y conozcan las rutas, es decir no llevaban carga, ni aparejos es decir en pelo. Las mulas de silla sólo las usaron los arrieros, en ellas cabalgaron los trajinantes propietarios de las mercancías en transporte también, los arrieros conocedores de las grandes distancias de Arequipa al sur, al norte, al oeste y este del territorio sur andino.

Los propietarios de recuas siempre criaron burros y caballos de sangre para hacer el cruce y tengas crías de buena raza o de buena carga (cruce del caballo con burra salió un romo y del burro con yegua las mulas).

Entre las recuas destinaron una a tres nudas para colocarles collares y jaquimones. Los collares eran aditamentos colocados en el cuello con tres o cuatro campanas o campanillas, sonaban al son del paso de las mulas, bien adornadas, servían de señal para los mismos animales. Las recuas de burros y caballos eran para tramos cortos, comparados con el de las mulas de gran resistencia, éstos tenían menos resistencia para la carga.

Los usuarios al contratar los servicios de arrieros con sus recuas, primeramente se fijaron en las referencias de buenos valores morales, como el respeto, cumplimiento, honradez, puntualidad, y un elemento importante el importe del transporte, pues cada sector o mía tuvo un costo reglamentado por el cabildo.

Quién se encargó de hacer cumplir las ordenanzas fue el Juez de arriero y los mayordomos se crían responsables encargados de las recuas o simplemente el encomendero propietario.

En el caso presentado el arriero Silvestre Delgado de Jaraba tuvo ordenado cumplir una serie de acuerdo y contratos al parecer una persona de prestigio y prestó un buen servicio vía sus arrieros.

En el período de convulsión social y rebeldía de Tupac Amaru II el Sr. General Baltazar de Sematnat lo comisionó en esta ciudad para llevar la expedición que saliera de esta ciudad a combatir a las fuerzas revolucionarías de la provincia del Collao. Como comisionado de todos los arrieros de Arequipa tuvieron, con las mulas llevar toda la tropa con sus equipajes y víveres el importe ascendió a varios miles de pesos y la Caja Real quedó restando más de 28000 pesos a los arrieros quienes dieron sus recuas para transporte y a otros las indemnizaciones de los arrieros muertos y de las mulas no les pagaron.

En una de las cláusulas del testamento de Silvestre Delgado y Jaraba tenía dicho los arrieros, que sirvieron a la expedición se les debe la cuenta del Rey 28000 pesos y tantas, en vista de la cuenta presentada a su Majestad es de 32,811 pesos rebajando de estos 3966 pesos que importan las mulas chúcaras, dieron cuenta a Su Majestad y estoy hecho cargo de ellas, solo quedan restando a favor de los arrieros 29,835 pesos

Con la garantía del Capitán Silvestre Delgado y Jaraba era el comisionado, muchos arrieros proporcionaron sus recuas de manera voluntaria unos y otros porque la autoridad no los acuse de traidores o rebeldes, a la vez fue una de las formas de contribuir con la autoridad española de Arequipa, así de Characato, el Alcalde de españoles entregó como donación la cantidad de 110 pesos con una relación de los aportantes entre ellos figuraron los caciques Osnayo y Caya .

De los Ministerios de la Real Hacienda, de la Caja Real las cantidades que se les deben a los arrieros por fletes y fallecimientos de las mulas que dieron para la expedición que salió a la sierra fueron sustentadas en la liquidación presentada por doña María Postigo llegó a 29,835 pesos, sin embargo, en la liquidación total del periodo de guerra a favor de los arrieros llegó a 169,286 pesos. Pero el pago lo hicieron, sólo a los reclamantes por presentar recurso legal, sin embargo, entre 1780 – 1825 periodo de guerra por la Independencia, la Real Hacienda a través de los jueces de arrieros quienes se encargaron de cancelar a los de su gremio llegaron a cobrar el flete de sus acémilas 84 arrieros sólo los que hicieron el transporte del ejército de Extremadura llegado al puerto de Quilca. La cantidad de acémilas sumaron 3 206 y un monto de 57 715.6 pesos por prestar servicios para la conducción de 2 cañones a Tambo, conducción de tropas al Alto Perú a combatir las fuerzas revolucionarias de Tupac Amaru II, conducción de mulas donadas de Tacna por los caciques, por el pago de los servicies de los jueces de arrieros, conducir el Ejército de Tacna, Quilca, Arica, Potosí, Puno, conducir correos de Tacna, Tarapacá, fletes de conducción de tropas españolas del Ejército de Extremadura al Cuzco, IIo, Mollendo, Chuquibamba, Caraveli, Anca, Omate y a Quilca, entre otras actividades que de acuerdo a las necesidades de la autoridad virreinal.

El Comercio y las rutas de distribución

Las rutas para el comercio de la producción altamente variada arequipeña, quedaron comprendidas:

La primera: partió de la Pampa de Miraflores a Chiguata, siguiendo por Chucuito, pasando por la Paz, hasta llegar a Potosí y Chuquisaca en el Alto Perú.

La Segunda: salió de Yanahuara, seguía por Cayma, Cañaguas, pasando a Puno y llegando al cuzco;

La Tercera: para la región del Collesuyo, partió de la Ranchería y seguía por Characato, Pocsi, Puquina y Omate.

La cuarta ruta: partió de Antiquilla a Challapampa, Uchumayo, Vitor e Islay . En esta ruta agregamos aquella que articularon los pueblos de la región sur hasta Tarapacá y los del norte de Arequipa.

Tales rutas de comercio a lomo de bestia para el periodo republicano, con aplicación de políticas de transporte desde el estado, la construcción de carreteras después de hacer las líneas férreas, continuaron utilizándolos los caminos de herradura, hasta la dación de ordenanzas para destruir los caminos todavía bien empedrados que vincularon Arequipa con el Alto Perú, de forma que los arrieros dejaran tal oficio a fin de fomentar el transporte con vehículos de transporte de carga y pasajeros.

Las autoridades urbanas de Arequipa, con disposiciones específicas no permitieron que los arrieros utilizaran las calles de principales ni los puentes de la ciudad. Por periodo largo hasta los cincuenta aproximadamente, utilizaron las vías hasta las 8 de la mañana y durante el día estuvieron prohibidos, por ello las zonas de ingreso como la Pampa fue ampliando con campos de alojamiento.

Sin embargo, las políticas de modernidad no aumentaron de forma que el crecimiento urbano finalmente fomentará y utilizará nuevos elementos de transporte, entre ellos los tranvías y finalmente los vehículos motorizados de transporte de pasajeros y de carga. Es decir, el Arequipa fue quedando articulada con vías de acceso con sus provincias y distrito hoy llamados tradicionales. Quedando el arrieraje reducido al transporte de carga local y como una actividad en desuso. En lugares de permanencia del arrieraje, sólo para transportar insumos y producción agraria de los campos a los almacenes a aproximarlos a los centros de acopio, o de expendio y a los medios de transporte más cercano. Por ello los agricultores cuyas parcela no están vinculadas estrechamente con las vías de transporte motorizados, utilizan las bestias de carga.

Por último, los grandes caminos utilizados en Arequipa en el periodo colonial y republicado en los tiempos contemporáneas quedan en total desuso en ciertas áreas, por la influencia de culturas modernistas del transporte, sin embargo pueblos de agricultores y pastores no vinculados con carreteras hacen uso de ellos, y para mantenerlos accesibles realizan jornadas comunales.

A modo de conclusión

A las rutas comerciales se agregan aquellas articuladoras de cada uno de los poblados, dieron una dinámica comercial de costa a la sierra y ceja de selva y viceversa pero también unieron poblados de forma horizontal y transversal. Los arrieros fomentaron una cultura de acuerdo a los sectores regionales a las que llegaron, se afirman con la distribución de mercancías y productos, establecieron relaciones de acumulación e integración en el comercio y ampliaron sus propiedades tanto rurales como urbanas, ubicaron tiendas en las salidas o entradas de las ciudades, finalmente afirmaron las relaciones de poder local y regional, pero los arrieros pequeños, fueron contratados y solicitados sólo para cubrir la demanda local.

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ARCHIVO REGIONAL DE AREQUIPA (ARAR)

ARCHIVO MUNICIPAL DE AREQUIPA (AMA)

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ARAR. Protocolo Nro. 313. fs. 1029 v. 15 – 11- 1784

AMA. LAC Nro. 26: 1804 – 1812. fs. 149 v. 14 enero 1809.

Arequipa: caras y máscaras de carnaval.

Santos Cesario Benavente Veliz

SERIE: Historia Menuda



Resumen

Al referirnos a las actividades de carnavales en Arequipa, en el marco de la historial cultural regional, identificamos elementos sociales con particularidades de comportamiento en los sectores sociales urbanos o rurales, calificados como acciones de locura, desenfreno, de ruptura de formatos oficiales y de integración a pesar que fuera calificado al carnaval como una actividad pagana.

Palabras clave: carnaval, comportamiento colectivo, factores socioculturales y ritualidad

Introducción

En la sociedades prehispánicas los rituales y ceremonias dirigidas a la naturaleza durante el año la realizaron con el pago a la pachamama en numerosas comunidades del sur andino, con el inicio de las primeras lluvias en ciertas regiones las siembras fueron motivo de fiestas y especiales rituales hasta el mes de noviembre que culminan con el festejo a huacas y momias, como unión con los muertos, símbolo de contacto con los familiares de los recintos sepulcrales, en la mentalidad andina so elementos mediadores con los dioses, piden año de buenas cosechas, prosperidad y protección de todo mal. Al parecer con tales ceremoniales terminan las fiestas de siembra, luego con el ganado y animales de caza, “el chaco” para el sur, pero con las lluvias y periodo de descanso. Mientras cultivan los productos agrícolas sembrados, inician las nuevas fiestas con las cosechas, es decir, las primeras cosechas que en el mundo andino se le conoce como misca .

Nuevo periodo de festejos en febrero, de forma tal, que con la dominación europea, estas se asociaron y relacionaron con el calendario cristiano. Se empezó a celebrar las fiestas de carnavales. Por ello preguntamos ¿cuáles fueron los factores socioculturales que caracterizaron al carnaval arequipeño a finales del siglo XIX? y ¿por qué ciertos sectores sociales lo calificaron como fiesta de locura, desenfreno y actividad pagana?

Para ello, la utilización de fuentes como los periódicos El Deber y La Bolsa, nos presentan comentarios, refranes, coplas, versos y poemas alusivos al carnaval, seleccionados cuidadosamente para la investigación. Los documentos publicados por Juan Carpio Muñoz “Arequipa: música y pueblo” lo considera al carnaval como género musical, es una pampeña, con el ritmo mucho más marcado y acentuado. Es más rítmico que melodioso, pues en realidad se trata de un género musical para ser bailado como una danza pampeña y de recorrido. El carnaval arequipeño se lo interpreta como música “de guerra” en el juego del carnaval y, por tanto, indistintamente se lo ejecuta con el acompañamiento de las bandas de ccaperos o de las estudiantinas”, sin embargo, Gustavo Rodríguez Amado se refiere sobre los carnavales de origen veneciano entre los siglos XVI y XVII, son el resultado de las celebraciones a los guerreros que conquistaron nuevas tierras y llegaron cargados de trofeos, tesoros, alimentos y esclavos, llegaron al Perú con los europeos. Arturo Villegas agrega, son días consagrados a Dios Momo por el juego en la ciudad con agua colorada y con cascarones.

Pero las apreciaciones, sobre el carnaval arequipeño desarrollado con entusiasmo en pandillas y sin diferencia es general y valioso, nos da el punto de partida, desciframos pues, las sempertinas, polvos, aguas perfumadas, cascarones, picapica, bebidas, potajes, son los ingredientes que hacen unir a las comparsas y familias urbanas y rurales. Los versos, poemas, sátiras, décimas y cuanta variedad literario hay fueron los móviles de creatividad y de expresión cultural carnavalesca popular y aristocrática.

Por ello en el mundo andino, el carnaval, llego con los europeos, con aire satírico y placentero, se impuso en las diversas regiones culturales del Perú, el sincretismo de los símbolos festivos son una de las manifestaciones, es decir, los rituales festivos por inicio de la primeras cosechas en ciertas regiones, como agradecimiento a la pacha mama se fusionaron, pasaron a formar cánticos, décimas, coreografía y rituales de carnaval; acompañadas de especiales potajes bebidas, licores e instrumentos musicales fueron los ingredientes que dieron armonía, colorido, alegría y pasión al carnaval, hasta finales del siglo XIX.

Caras y mascaras

La cara, en términos biológicos es la zona anterior e interior de la cabeza cuyo esqueleto está formado por catorce huesos y músculos superficiales y profundos cuya contracción da la expresión mínima del rostro. En tanto el rostro es referido al estado físico o anímico que aparenta un individuo, por ello se simulan estados de ánimos cuando las caras presentan rostros de alegría, sorpresa, melancolía, o simplemente tristeza o ira.

En términos culturales, cara se refiere al anverso de una moneda por ello en los juegos se lanzas para sortear posibilidades al lanzarlas al aire, o al grupo étnico extinguido después de la dominación europea de habla quechua.

Las caras de carnaval de rostros de niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres manifiestan expresiones tan variadas y diversas que al expresar formas comunicativas en un estado de dominación y presión política es censuradora y destructora de ciertos elementos culturales originarios, pasan a usar las mascaras a fin de ridiculizar o simplemente expresar aquellas ideas y actos reprimidos por quienes detentaron el poder.

En cambio la Máscara, es una cubierta para la cara, utilizada en ceremonias y en el teatro, que disfraza al que la lleva y normalmente le confiere otra identidad. También, es un tipo de retrato y una pantalla que sirve como protección para la cara. La mascara “fue convirtiéndose en símbolo de cara falsa; la máscara es el personaje que se representa en un juego, el escudo para protegerse de un mundo exterior u hostil” . En tal sentido las mascaras se identifican con la noción de falsedad, de metamorfosis y de representación de la realidad.

Las máscaras fueron utilizadas desde el periodo lítico confeccionadas con madera, paja, corteza, hojas de maíz, tela, piel, cráneos, y otros materiales. Las máscaras pueden cubrir la cara, la cabeza entera o la cabeza y los hombros y, en ocasiones, forman parte de un disfraz. Varían mucho en cuanto a su realismo o abstracción, el uso de símbolos y su decoración. Las máscaras son manifestaciones artísticas primarias de muchas culturas, no sólo América sino en Oceanía, África.

Las mascaras rituales utilizadas en actos ceremoniales se transforma o es poseído por el espíritu que habita o que representa la máscara. Se cree que algunas poseen grandes poderes y que son potencialmente peligrosas si no se tratan según los ritos adecuados. Las máscaras rituales por lo general representan deidades, seres mitológicos, espíritus benignos y malignos de antepasados, muertos, animales y otros seres que se cree que poseen poder sobre el género humano.

En cambio, las máscaras de teatro se la entienden en el contexto de representación de forma de vida de persona festiva, las usaban los actores, eran de gran tamaño, con rasgos convencionales y expresiones exageradas. La enorme boca de la máscara contenía un megáfono de latón que proyectaba la voz del actor al público. Las máscaras podían ser trágicas y cómicas, con sus respectivas variantes.

Por otro lado, las máscaras protectoras decoradas con símbolos con carácter combatiente, un uso estrictamente práctico, ya sea para practicar deportes como el hockey, la esgrima o el béisbol, o para proteger el rostro de quienes trabajan con soldadura autógena, rayos X o líquidos corrosivos, entre otros.

En resumen, para el contexto cultural andino las máscaras, trozos de cartón, tela u otros materiales, encubridoras de la cara para evitar ser reconocido, en pleno festín, justificar cualquier acto censurado por el público.

Entonces, desde su origen la mascara es la transfiguración de la sociedad en fuerza mítico religiosas, acompañadas de rituales individuales y colectivos; la transformación de las acciones colectivas las hicieron terminar con representaciones de personajes con vestimentas estrafalarias a modo de disfraces.

Para referirse a la cultura carnavalesca arequipeña, la mascara tiene relación con las conceptualizaciones mencionadas. Por ello, “Las mascaras han hecho el papel principal en los salones, (...) se ha bailado, pues, con entusiasmo y sin descanso, pasándose las noches en ruidoso torbellino (...)” al cubrirse la cara en carnavales, es lo mismo que echar un velo sobre la vergüenza; y porque todavía no se ha descubierto que un pedazo de tafetán, de cartón o de cera se tome el trabajo de avergonzarse por nada.

Para la mentalidad varonil arequipeña, una mujer que oculte “su semblante detrás del velo de la mantilla, inspira respeto: puede ser por comodidad, lo cual es indiferente; puede ser por pudor, lo cual es respetable, y puede ser por tristeza, lo cual es más respetable todavía” es decir, el velo para las mujeres urbanas de Arequipa tuvo símbolo de estratificación social, pues las noblezas no mostraron el rostro, se cubrieron con velo como símbolo de dignidad. Por ello el uso del velo en la vida cotidiana de las mujeres de cierto estrato social, lo compararon el uso de máscaras en carnaval.

Desde la visión varonil “una cara tapada en carnaval representa todo lo contrario; no es comodidad, no es pudor, no es tristeza. Un velo y una careta son dos cosas que tienen un solo uso: ambos sirven para tapar la cara. Guiados por estos dos distintivos podríamos pensar que una máscara y una monja vienen a ser una misma cosa. En efecto: ambos ocultan el rostro debajo de un pedazo de tela; solamente una lo hace por austeridad y la otra por placer. La una se oculta, la otra se enseña. La primera lo hace porque se avergüenza, la segunda por no avergonzarse. El corazón de la mujer se desfigura, debajo del disfraz, como su rostro debajo de la careta” .

Las mentalidades arequipeñas de finales del siglo XIX, sobre el carnaval y la utilización de las máscaras, expresan opiniones escritas y orales, “desde el momento en que una mujer resuelve echar sobre su pudor el velo de una careta, empiezan a temblar los padres o el marido o el hermano, o el amante a no ser que tiemblen todos al mismo tiempo” , pues las fiestas de carnavales y el uso de máscaras, al perecer provoca preocupaciones y trastorno en todos aquellos individuos que tienen visión especial sobre la cotidianeidad de tal coyuntura, de forma tal que escritores, poetas, comentaristas y otros plasman líneas diversas de mensajes en los tiempo de carnaval, con discursos variados, melancólicos, alegres y de protesta, expresiones como las que siguen que embellecen la redacción de quienes se inspiraron en el carnaval, máscaras y caretas.

El uso de mascaras en carnaval representaron formas de exteriorización de todas aquellas conducta reprimidas, por la opinión del contexto en el que se desenvuelven las personas y si es mujer, tiene mayor juicio prejuicioso , sobre todo recae con mayor énfasis en familia del cercado de la ciudad, de la misma forma en las señoritas de las áreas rurales, sin embargo, en ciertos espacios como en Characato, Paucarpata, Pocsi, Piacaca, Polobaya y Chiguata fueron las promotoras de las comparsas y pandillas, que entraron y salieron de casa en casa dando alegría a grandes y chicos. Recibiendo y repartiendo bebidas, potajes, cánticos, sátiras, refranes y sobre todo la belleza de contorneantes quiebres de cintura al bailar el carnaval.

Los danzantes de carnaval presentaron sus rostros con especial vestido, diferente al de uso diario, tipo de máscara para quienes bailaron mostrando el rostro. Las mascaradas inspiraron a propios y extraño, tenemos:

“Mascaradas”

“Qué cosa tan anómala y tan rara / ver a la turba del placer, inquieta, /cubriéndose con antifaz la cara / para poder mostrarse sin careta! /Irrisoria y horrible paradoja. / La que un danza disfrazado encubre, / piensa que al descubrirse se sonroja / y al taparse la cara, se descubre........! / En medio del tumulto abigarrado, / oiréis dichos contundentes, ruidos: / un dominó amarillo o encarnado / vuelve a los hombres claros y desnudos! / Más dejad que el milagro se realice / porque la antigua práctica lo abona: / ¡Qué importa la verdad cuando se dice / cubierto el rostro y con la voz chillona! E. Zegarra Ballón (feb 27, 1892)

Escritos leídos con comodidad; versos y cánticos inspirados en los balconcillos, patios y escritorios, para ponerlos en el filo de la verdad de críticos, defensores y detractores de los días de bullicios con máscaras que develan perdones de quienes los aborrezcan.

“Baile de Máscaras”

“El Salón por deliciosas / mujeres se halla poblado / parece estueche dorado / lleno de piedras preciosas / ¡oh, brillante diversión! / Notas perfumes, colores, / gosas, diamantes y flores / en lujosa confusión.

Los brillantes reflejos / de los ojos de las bellas; / la luz salpicando estrellas / en las grandiosos espejos; / los tapices, las pinturas, / los elegantes tocados, / las alfombras, los brocados. / Las correctas escrituras, / los cojines orientales, / las blandas, la gentileza, / de las damas, la riqueza / de mármoles y cristales / el raso, perlas y tul, / plumas risas y fragancia, / convierte la rica estancia / el mundo de oro y azul. Manuel Reina

Romances, leídos en esplendorosa tarde sobre sillón o sofá, inspirados en los balcones de la ciudad, con especial estilo descifraron los comportamientos colectivos del uso de mascaras y caretas, admiradores(as) de imágenes peculiares a tentaron la atención de tal bellos verbos y frases expresados con rigor, en los diarios y periódicos de circulación.

Otro discurso sobre fantasiosa expresión cultural, “la careta hará furor, el antifaz ocultará al verdadero hombre y ostentará al tipo de la hipocresía todo será el eco de una fiesta trajidramática donde se fascinará con los golpes de una palabrería seductora. La falsía ocupa su puesto. Por eso se llama carnal, es decir, transformación humana, metamorfismo de corazones. Y amen con las reflexiones de estos tiempos pueriles, cerremos los ojos y digamos con Pérez Bonalde, noche lóbrega encapota, los brillantes luminarias, que está entre nieblas perdidas, la playa de la esperanza” , la imagen del rostro original, puesta en duda detrás de la careta, frente a la moral de aristocracia pueblerina, con prejuicios de larga data, cifra y simula la verdad guardada de quines siguen los pasos de infernal encanto. La mascarada expuesta con naturalidad, descifra de los inconscientes de quienes la portan y la aprecian, el discurso organizado, detrás de ello tiene variaciones reales e imaginarias.

“Al paso de comparsas polichinetas”

“¡Esta bolina no es rara, / y es una cosa muy natural / llevar careta por cara / en perpetuo carnaval. / Es mascarada la vida, / Y el que quiera valer más, / Elija traje y partida: / Todo es cuestión de disfraz. / Danzen todos sin trabajo, / Que la ocasión es propicia: / Los de arriba y los de abajo, / El crimen en la justicia. / Y del vino a los reflejos, / Entre báquicos places, / En tropel bajan viejos, / Jóvenes, niños, mujeres. / Mientan, finja sin rubor / Con cruel viveza inaudita, / Que el más falso es mejor / Es el mejor mascarita!

Al entender los discurso organizados, pues los placeres de diverso valor quedaron plasmados entre los de arriba y los de abajo, consumidores de la expresión de la mascara, junto a familiares y amigos, entre callejuelas estrechas y amplias, patios con pileta o sin ella, entre bancas, sillas y piedras, no hubo diferencia, la asistencia a las mascaradas siguió ganando, espacios mentales de larga duración, así quedo plasmada la expresión sobre la “Mascarada”:

“bailad mientras voy llorando / pesares de mi alna herida; / para nosotros la vida / es cosa muy divertida, / porque la pasais bailando”(Narciso Serba)

Carnaval

Fiesta popular que precede a la Cuaresma y se celebra en los países de tradición cristiana, llegada a América con las culturas europeas. La palabra procede probablemente del término latino medieval carnelevarium, ‘quitar la carne’, aludiendo a la prohibición de comer carne durante los cuarenta días cuaresmales.

Mientras tanto Julio Caro Baroja conceptualiza al carnaval como la descendencia de los países de habla romance, tienen “poco de resabio a la gentilidad y uso antiguo de las fiestas que llamaban Saturnales por que se convidaban unos a otros presentes, haciendo máscaras y disfraces, tomando la gente noble el traje vil de los esclavos, y los esclavos por ciertos días eran libres y no reconocían señor”

Tres sílabas que tienen un poder inmenso y cuya tiranía es más ruda que la de los mayores déspotas del mundo; por eso nada hay tan provechoso para el corazón humano como estudio de ese “momento de embriaguez de los espíritus en que por lo mismo que reina la farsa, la verdad aparece desnuda” .

Es definido, por los contemporáneos arequipeños de finales del siglo XIX, para unos, como parte de la vida del hombre que imita a la naturaleza en todas sus manifestaciones; entre la cuaresma y carnaval hacen la diferencia. Para otros “es la horrible y detestable fiesta que nos han legado los tiempos del politeísmo; son el remedio de aquellos furiosos saturnales en que los paganos se embriagan, con esa doble embriaguez brutal del placer y la bebida; las modificaciones que entre nosotros se ha introducido en esta fiesta infernal, le han hecho tanto más detestable cuanto que la multitud ávida, sedienta de inauditos placeres, de fatales entusiasmos, de locura desenfrenada, se embriagan con más exceso que en los antiguas vacanales, hasta caer desplomados”

Diferenciaron la llegada del carnaval de la despedida a los ocho días le llamaron fiesta de cuaresma. El carnaval es la tempestad, la borrasca; la cuaresma, la calma y la tranquilidad. Después de la tempestad es forzoso la calma; después de las tinieblas la luz.

El carnaval comprende el periodo de tres días antes del miércoles de ceniza, periodo de jolgorio antes de la cuaresma; se celebra con bailes, espectáculos de disfraces o mascaradas, y desfiles de comparsas, “días clásicos de locura, en que los hijos del misti, en mejores tiempos, salían hechas (sic) la casa por la ventana y hacer de su capa un dominó” .

El carnaval, preparado días antes de llegar el día central, las pandillas de jóvenes, recordaron las coreografías de la danza, con anticipación, junto con los cantores y tocadores de instrumentos: guitarras, mandolinas, charangos, quenas y bombos de acuerdo al lugar. Primero las comparsas organizadas, luego las pandillas como símbolo de integración, al son de la música al estilo de pampeña , entraron y salieron por columnas y dinteles de amplios patios y casonas, con señal de saludo, descifraron las virtudes de la cultura carnavalesca, las coreografía con estrellas, número, hileras, pasa calles, representados con sudor y entusiasmos por hombres y mujeres, de casa en casa salieron y entraron los días no alcanzaron entones hasta el siguiente domingo de cuaresma (amargura), ni las lluvias importaron, siguieron al ritmo instrumental.

Y donde no hubo calles, las hicieron los danzantes, acompañados de diablos con mascaras a la usanza de diabla puneña, chuchos con espadas que pelearon contra los diablos y defendieron a las doncella; se encargaron de abrir las cocinas, panaderías y sustraer lo encontrado para alimentar a la pandilla si no hubo que comer o beber.

La sed, agitación y agotamiento superados con las bebidas preparadas con anticipación, con buena fermentación. La chicha para las damas y si son varones mayores de edad sólo bebidas después de danzar al término del día. En Paucarpata, Characato, Socabaya, Mollebaya, Polobaya, Chiguata, Carmen Alto, Cequia Alta, Sabandía, no repararon en preparar potajes de buena sazón , para el deleite de los asistentes danzantes y mirones.

Mientras las comparsas dietan, y sacian la sed; los polvos en la cara, el agua moja sin cesar, las sempertinas, las picapicas fueron los ingredientes que contribuyeron a la expresión de diversión y alegría. Pero no faltaron quienes utilizaron otros elementos, el zapallo, melón, sandía, tomates, grasas, hollín, frotados en la cabeza quedaron.

Una vez terminada la presentación, continuaron, los trajes y mascaras las cambiaron con aquellas ropas de uso y destinadas para el carnaval y si las perdieron o se deterioraron, justicia no tuvieron, “el carnaval aguanta todo”

Al referirse sobre el carnaval el periódico conservador el Deber, publicó discursos generalmente adversos al de su opositor diario La Bolsa de corte liberal, veamos: “entramos ya por las puertas del placer y de la algozara, a estos tres días de locura y de poca seriedad. El coche de copas, el entusiasmo de las libaciones, el ruido de la orgía, forman el desconcierto de esas horas consagradas en honor de ño – carnaval, el sujeto más desgonzado y el verbo más hablador, y la persona más suelta de nervios, y el personaje más descabellado: de este siglo del vapor y de la electricidad.

Las comparsas dejarán marchitas muchas flores, dejadas no pocas esperanzas, y tal vez, con lágrimas muchos ojos. Se alternará el dolor con el placer; todo será un puro carnaval (...)”

La referencia traduce sentimientos colectivos de censura contra aquellos carnavalescos que pusieron desenfreno a los placeres y amores, pues al año siguiente asistieron al carnaval con niño(a) de nueve meses, a identificar al padre y si no lo encontraron, lo buscaron hasta el final. A ellos les cantaron “el año pasado guragua y guragua a hora este año con tremenda guagua”, “carnaval cojudo que pronto te vas, la pena que tengo, que a los nueve meses, guagua parirás”, “a hora y este año poroto y poroto, tronquito de moto, la mujer que tengo, este año la voto” .

La locura de los tres días no fue más que una broma. Broma, “aquí es una palabra cuya significación puede ser muy seria, tan seria como la palabra juego, siempre que los hombres traten de sacarse el dinero unos de otros sentados alrededor de una mesa” Bromas magníficas en las que los hombres serios a los niños más inocentes y a las mujeres honestas les era muy difícil no perder la cabeza . Las bromas entre guitarras y cantos se escucharon y escuchan hasta a la actualidad; a los oídos de ciertos sectores, pasan a ser símbolos de censura y admiración por tal expresión.

Las formas de celebración no tuvieron reparo a pesar de la escasez de recurso, como lo predecían periodistas y comentarios del saber popular, las apreciaciones se sostuvieron así: “los días de carnestolendas, con excepción de lo ocurrido el domingo en la calle de Bolivar, han pasado en tranquilidad (...) del carnaval de antiguos tiempo, no queda sino el pataleo. El juego de cascarones ha quedado sólo para los criados de escalera abajo y escalera arriba, para la gente menuda y para uno que otro entusiasta despreocupado (...) La alta clase social lo ha reducido a los bailes de fantasía, o sea a los remates, en los que se hace lujo de elegancia y buen tono. En resumen, el carnaval de hoy es tertulia y hojarasca”

“Aunque asoman hoy más parecen días de difuntos por su aire triste y por el silencio y pobreza con que vienen rodeados, con todo, no faltaron jóvenes y aun viejos verde y alegrones, que saquen los pies del plato y armen gordas pandillas en la primera coyuntura”, si las manifestaciones carnavalescas en tiempos de crisis son de completa tranquilidad, los juegos de cascarones y polvos se circunscribieron entre los sirvientes de las casas y a uno y otro individuo, en las calles han reinado el silencio , es decir, pasaron carnavales de pasividad y le dieron el calificativo “ha sido un carnaval cuerdo”, es notorio entonces los cambios productos de las crisis económicas y políticas del entorno social arequipeño.

Asombraron a propios y extraños la tranquilidad, como era un mal necesario, el bullicio, escándalo, música, juegos, polvos serpentinas, se hicieron indispensable en la cultural popular.

Es notorio, en las fiestas de carnaval enraizaron las diferencia sociales, pues, el uso de cascarones y polvos identificaron al pueblo trabajador, a los servidores domiciliarios, artesanos, labriegos y trabajadores del agro. Entre ellos, manifestaron otros comportamientos colectivos y familiares, usaron y lanzaron los confites de diferentes tamaños, los melones y sandías los rompieron y frotaron en la cabeza de los allegados pandilleros, tomates y otros objetos lanzados a los transeúntes de a caballo, fueron característicos.

Al termino las evaluaciones sostenían “han pasado días de huelga y locura sin mayor novedad (...), el juego de cascarones en la calle, ha sido insignificante, en algunos lugares y ha quedado reducido a niños y sirvientes de la casa” , los versos y poemas organizados para el festejo de carnaval, los utilizaron en el canto de pandillas y grupos que visitaron la ciudad urbana y rural, con estilo propio. Letras como las siguen expresan la armonía de décimas recitadas y cantadas en carnavales, seguramente en otras actividades festivas también.

“Vosotros que en este instante / estais alegres bailando, / no os fijeis en mi semblante; / que aunque tristezas, yo cante / bailad mientras voy llorando. / Mañana con grato anhelo / gozareis dicha cumplida / en tanto que en triste duelo, / yo lloraré sin consuelo / pesares de mi lama herida. / Desde mi triste aposento / veré a la gente aturdida; / por eso digo, y no miento / que es solo dicha y contento / para vosotros la vida. / Unidos e gozo riendo / alegres pasan la vida, / otros de tedio muriendo (...) / este mundo ¡yo voy viendo (...) / es cosa muy divertid. / Lleno de horrible ansiedad / por doquier voy buscando / Romántica soledad; / Vos sentais felicidad / Porque la pasan bailando!” Luís D. Delgado .

EL CARNAVAL (marzuca)

“Ya se acerca el carnaval / esos días seductores, / en que confites y flores / es el juego universal; / y se va á visitar / de chisguetes bien previstos, / á cualquier niña listo/ se le principia á mojar. / Si el papá esta embriagado / y se deja de jugar, / muy á lo disimulado / se comienza á conversar; son los globos y pintura / con chisguetes y ambrosía / le entretiene todo el día / en juguetona locura. / Si la mamá está ocupada / la niña sale al balcón, / y si se halla enamorada / aprovecha la ocasión; / y le dise á su adorado / con muy dulce atención, / tu será mi bien amando / mientras no haga reclusión. / Es preciso aprovecharse / de esta oportuna ocasión, / y con tino conquistarse / de una niña el corazón; / la niña que en carnavales / de un joven se enamoró / á los diez meses cabales dicen que multiplicó.”

La representación escrita entre los compositores y cultores del carnaval, no dejaron de cantar a la juventud entre hombres y mujeres, los mensajes seductores descifran la emoción el respeto, la atracción y la amistad despejada en carnaval. Los días de carnaval, tienen como símbolo en discurso la distracción y tolerancia entre los componentes y actores directos del disfraz, pandilladas y socialización de estilos y formas de vida a la broma y en serio.

Entonces, los tres días, llamados carnestolendas de tradicional carnaval, que preceden al Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma en el calendario cristiano, difiere de un año al otro con diferentes matices tanto en las áreas rurales como en las áreas urbanas, por ejemplo para 1896 en las tradicionales fiestas, los hacendados, hicieron un paréntesis a la vida normal entre los componentes de la ciudadanía y comunidad, “la juventud como siempre acaparó las doradas copas de placer y cada vecino sin tener en cuenta edad, ni condición, procura componérseles, del mejor modo posible, siguiendo la alborotada corriente. Los bailes se han sucedido unos de otros, y el entusiasmo carnavalesco lo ha dominado todo, con poder autoritario. Al termino se restableció la calma, podemos repetir como un poeta: ¡Cuanta burla malograda!, cuanta broma desabrida!, cuanta esperanza perdida!, cuanta amargura probada! Lo cierto es (...) que en este año se ha jugado más, (...) Ha habido una especie de reacción incontenible, sin desgracia alguna (...). Las patrullas no han faltado en las calles a distintas horas. Pero un considerable gentío invadió Miraflores a pié y a caballo, hasta al prefecto y policía los identificaron” en tal acción colectiva de los primeros meses del año. Los patrones y peones en carnavales se unieron, sin perder la razón, si lo hicieron, muy temprano pasaron por la justicia del rigor.

Las fiestas de carnaval con sátiras, insultos y seducciones, se refieren a las bromas desabridas, y cuando hacen referencia a las esperanzas perdidas, tiene relación con las doncellas que en carnaval encontraron compatibilidades de amor y quedaron embarazadas, pero en las que pusieron desenfreno de sus placer con antifaz sin saber quien es el agraciado de aventura, quedan el amargura los padres de las doncellas, pero como el carnaval aguanta todo, al siguiente año quedarán probadas y encontradas las esperanzas perdidas.

De la misma forma en los siguientes párrafos, nos descifra la belleza de las participantes, la melancolía y ternura, escrito así está:

“Entre col y col (...) un consejo a propósito de Carnaval”

“Cuando mañana, en tu balcón, risueña / del carnaval te entregues al delirio, / piensa del hospital en los que mueren / en lecho de abandono y de martirio. / Cuando luego, en la noche, lisonjeada, del club danzando en el salón te halles, / vuelve al atrio la vista y considera / la miseria que llora por las calles. / Cuando el eco de amores y armonías / sonrisas de placer pagues y cobres, / no olvides que el amor y los placeres / no saben sonreír para los pobres. / Y cuando, ya de vuelta, preocupada, / de una flor el oráculo deshojes, / y viéndote engreída, en el espejo / de tus ricos adornos que te despojes; / Dígate el corazón que solo una / de esas perlas no más que te hacen bella, / hasta de un hombre a de retardar la muerte / O el honor a salvar de una doncella”. / Simón Martínez Izquierdo

Pues, los versos dicen lo que el alma del romántico carnavalero, alegre y reprimido, espontáneo y respondón, frente a la casa del portón que alegre festejan carnaval. El que no tiene lugar, es recién llegado a la ciudad, también tuvo su parte junto aquellos huraños que no salieron del caserón:

“Los que no quieren lugar”

“Dios la niña frunciendo / la boquita de coral: / ni me gusta que me mojen / ni a mi me gusta mojar. / ¡Y tan lisos como son / algunos con una igual / Y por eso, / francamente, / Que aborrezco el carnaval. / Y la primera que este año/ Quisiera conmigo jugar. / Aunque se enoje y patee / Le echo en la cara aguarrás. / Agua con esta, lectores, / Que las que aparentan más / Cuando golpes que se dan. /Dice, porque digan las niñas, / La disfrazada mamá / ¡que vinieron a mojarme! / Vamos no faltaba más! / No jugué cuando muchacha / Con los fulanos de tal, / Unos jóvenes decentes / Los más ricos de mi país. / Y ahora que ya estoy vieja / Dizque había que jugar / Con mocitos de la laya / De estos de vecindad!(...) Agua con esta, lectores, / Que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice el viejo camulengo / Echándose para atrás: / Lo que es yo aborrezco el juego,/ No me gusta el carnaval. / Tomar un poco de fruta / a los doce: vamos, ya / eso pasa; más ¡qué gusto / Encontrarán en mojar? / Yo me encierro, y aunque venga / el padre eterno o San Juan / no abro, que por echar agua / me malograron los sofás. / Agua con este, lectores / que los que aparean más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice la gorda del frente / Delante de su papá: / Yo salgo al balcón por ver; / ver me gusta, nada más. / Pero si alguno le arroja / un cascarón, me da tal / ira, que poco me fuera / el chancarlo en un batán. / Que jueguen con quien los busque / eso es cosa natural; / pero con una? Es lisura / que la vengan a mojar. / Agua con ella, lectores / Que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Dice la arequipeñita: / por eso es que velay / Ni a la ventana me asomo / por tener la fiesta en paz. / Y cuando allá me decía: / Jugaremos, viditay; / Contestaba déjenme / a Hermelinda mójenla. / a ella sí échenle / Cuanta agua quieran catay, / pero a mi no, panchitay / te lo ruego, mi vidá. / Agua con ella, lectores, / que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se dan. / Así va la hipocresía / en días de carnaval, / enmascarando a las gentes / mucho más de lo que están. / Y así las más remilgadas / engañan a los papás / y maridos y mujeres / van jugando al pega allá. / Todos se hacen los chiquitos: / los que no quieren jugar, / y anda siempre el más travieso / echando humos de formal. / Así va rodando el mundo / que los que aparentan más / cuando llega la hora de hora / buenos golpes que se da”. El Tunante

Las fiestas de carnaval con características socioculturales acordes al contexto global de la cultura, socializaron los elementos de la memoria colectiva, de año en año, no pasaron por desapercibidos, más bien los tuvieron presente en el calendario agrícola y religioso.

Para carnaval, aquellos que hicieron siembras entre agosto y noviembre, prepararon y cosecharon las primeras, para brindar a los invitados y visitantes carnavaleros, con el mayor espontaneidad, como símbolo de reciprocidad, si la tierra le dio no puede gozarlo sólo, por la vida la comparte con otros, además de ofrecerle el ritual, socializa con los del poblado y con quienes está cerca.

La ordenanza, es justa para el labriego y agricultor, porque, su mentalidad le dio explicación lógica a la relación que tiene con la tierra, por ello hace tales ofrecimientos, y en primera fila pusieron a la familia sea urbana o rural.

Ordenanzas de Carnaval.

Las autoridades del municipio y prefectura procuraron dar cierto ordenamiento a los desenfrenos de carnaval, propusieron centros de concentración “uno en Guañamarca y la otra en la Alameda, la primera para la gente veterana y la segunda para la gente delicada y fina. Que en Guañamarca se podía jugar con cascarones en forma brusca y que a ella podían concurrir las feas pero las bonitas no, cuya belleza peligraba por el juego brusco pero, que no había ningún inconveniente para que los de Guañamarca fueran a la Alameda, pero a condición de que al entrar en esta, dejaran todas sus municiones y artículos de juego brusco y que viceversa los de la Alameda podían ir a Guañamarca, pero que nadie respondía si le ocurría alguna cosa”

Dada la administración de justicia con influencia colectiva del entorno social al que pertenece la autoridad para 1891, la Subprefectura del Cercado de Arequipa dio disposición “a los comisarios de policía de los cuartes 1º y 2º ; 3º y 4º al aproximarse el juego de carnaval, con motivo del cual suelen cometerse desórdenes, aún sin uso de disfraces, deber (...) es prevenir aquellos, dictando para el efecto las medidas más severas (...). Las personas que en dicho día transiten a caballo, no lo hagan al trote o a galope; que a los transeúntes ajenos (...) no se les moleste (...) firma Narciso Ruiz de Somocursio – Subprefecto”

Tres años después, ordenó a la comisaría de policía y gobernadores, “examinen los cascarones y globos que tengan sustancia nocivas, como anilina y otros, capturando a los expendedores; y se capturen a las personas que usen disfraces sin licencia correspondiente” . Los excesos del comportamiento colectivo en la sociedad arequipeña tuvieron reglamentaciones específicas, de alguna forma trataron de imponer normas a fin de dar cambio a tales actividades de acción social.

Sin embargo, para 1895, en los días de carnaval, “(...) en las noches, patrullas de policía vigilaran con estrictez la población para evitar exaltaciones de ánimo y especialmente que se hagan disparos sin motivo y sólo por el prurito de alarmar al vecindarios” .

Las previsiones se dieron cada año a fin de evitar accidentes, como los ocasionados en los barrios de Guañamarca “una esposa respetable que conducía sus hijos a un balcón o ventana del lugar de la reunión, fue acometida improvisadamente por una banda de furiosos, que tiraron sobre ellas una multitud de huevos llenos de agua, de buen o mal olor con toda fuerza posible (...) presentó más de cien contusiones en el pecho, la cabeza y sus espaldas, (...); en el mismo barrio, habían hecho saltar el ojo a una joven preciosa, a otra le habían botado dos dientes a una tercera aplastaron la nariz” .

Los hechos de violencia no sólo en la zonas urbanas sino también en las rurales, en Characato, se realizaron carreras de caballos por el día de carnaval, “casualmente se encontraron en el camino y chocaron con tanta fuerza, que uno de ellos, Ceferino Salas, murió a consecuencia del golpe y el otro Rafael guille quedó gravemente herido”

Pero en carnavales todos quisieron ganar, más aún cuando se instalan los centros de comercialización e industria, por ejemplo don Armando Bustamante, conductor de un centro de depósito de Cerveza en la calle San Francisco Nro. 41 hacía pública la venta para el carnaval de “cerveza de primera calidad a s/. 4.80 la docena, sin cascos y s/. 5.30 la docena con cascos; conservas y licores finos” . Como es lógico con mucha sutileza las fiestas de carnaval fueron utilizándolas para el incremento de ventas y comercio, de forma que con las bebidas alcohólicas, tomaron connotaciones diversas, la borrasca, violencia y atropellos, por las alucinaciones provocadas, por tales bebidas, exigieron la participación de las autoridades con mucho rigor. De allí que periodistas y escritores, y opinión pública resaltaran aquellas fiestas de mayor algarabía, y estragos, es decir, agregan ningún hogar se quedó sin participar y festejar el carnaval; en 1896 fue de expresión máxima, los títulos, cargos, y funciones se confundieron tanto que no bastó tres días sino hasta cumplir los 8 días; entonces si el carnaval empezó después de miércoles de cenizas por tres días, las acciones sociales fueron de tal extremo que continuaron las fiestas hasta el domingo de cuaresma, ocho días de festejos desenfrenados. Más si se trataron de los días centrales, en el argot arequipeño quedó expresado domingo de carnaval como la llegada y el domingo de cuaresma como la despedida.

Por ello, agregamos que las autoridades compartieron responsabilidades en tiempo de carnaval, de forma que la policía montada registró todos aquellos hechos de alta violencia con mucho rigor, pero al participar de las fiestas de Guañamarca y La Alameda, terminaron formando parte de los actos festiles. / Las recomendaciones hasta en verso se expresaron así:

“Seguidos mis consejos / Evitaeis mil males / “pero es muy conveniente / el que tengas presente / estas disposiciones / que llamo generales. / Cuidad antes de todo / no llegar al delirio / que todos se diviertan / con entusiasmos vivo, / que trompadas no hayan / porque esto es feo, amigos, / y porque no place / veros entretenidos / en esas candideces / que valen un comino. / Si viene la patrulla / miradla de hito en hito, / mas dejadla que marche / En paz por su camino: / al juego caballeros, / lo demás es prohibido / todo lo que no sea / Bailar y divertirás, / Y apurar con las minjas / una copa de vino / es perder lo ganado / en un año continuo. / Si alguna, Dios no quiera, / no escucha lo que digo, / yo juro por mi madre, / castigar al indigno / con celos y desprecios. / Y con esos martirios / que suelen dar las bellas / a quien las amo fino. / Mis palabras de trueno, / mis voces y mis gritos, / mis hurras y mis vivas; / Los cantos repetidos, / ese: “mi amor lo pinta” / tan grandiosos y tan lindo / ese “carnestolendas” / con fuego repetido / por los sartas y ruedas / que impiden el camino, / Eso no nos se oiga, / lo demás es prohibido, / si algún impertinente / Os provoca atrevido / ponedle una mordaza, / o apretadle el hocico, / que esto y aún nos merece / el que a de pollino, / con cocos y rebuznos / procura interrumpirnos / el placer que gozamos. / En rato tan divino / más después, depreciad / las voces y los dichos; / ¿Qué importan a vosotros / del perro los ladridos? / al que así se maneje, / sin cordura ni tino / pegadle un tapaboca / y dadle por castigo / que no tome una gota”

Las ordenanzas fueron cada vez ez más duras hasta que el prefecta decidiera no hacer festejos de carnaval sino organizar un corzo a la usanza europea, pero, no dio resultado y la inversión fue tal, que quebró el presupuesto anual.

Finalmente el carnaval continuo, en constante práctica social, tuvo sus vaivenes en relación al desarrollo económico regional y nacional hasta política influencia tuvo. Por ello en el mundo andino y arequipeño constituye un patrón cultural, el carnaval, llego con los europeos, con aire satírico y placentero, se impuso en las diversos grupos humanos de las regiones culturales de Arequipa, el sincretismo es el resultado de la fusión de los patrones, es decir, los rituales festivos por inicio de las primeras cosechas, como agradecimiento a la pacha mama se fusionaron, pasaron a formar cánticos, décimas, coreografía y rituales de carnaval; acompañadas de especiales potajes bebidas, licores e instrumentos musicales fueron los ingredientes que dieron armonía, colorido, alegría y pasión al carnaval, hasta finales del siglo XIX.

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